Encuestitis

HOMO POLITICUS
No bastan los sondeos de opinión para acertar en la prospectiva de una elección

Es verdad que las encuestas en el ámbito político suelen ser termómetros que orientan un sondeo de opinión y, en algunos casos, intentan influir en la toma de decisiones, sobre todo, en el caso del electorado cuando existen comicios en puerta.
 
Empero, el gran fracaso de las casas encuestadoras en Estados Unidos, puso la antesala de que la volatilidad de la preferencia ciudadana a nivel electoral debe ser tomada en cuenta y que no bastan los sondeos de opinión para acertar en la prospectiva de una elección.
 
Ha iniciado la carrera presidencial, al menos de manera tácita, los sondeos de las casas encuestadoras dan 5 puntos porcentuales a favor de Andrés Manuel López Obrador, que bajo esta tendencia, debería convertirse en el próximo Presidente de México.
 
Empero, ¿no nos ha enseñado nada el pasado reciente respecto a esta carrera y síndrome de la encuestitis?
 
Por supuesto.
 
Sabemos que no son sólo los contendientes a la silla presidencial o bien, a cualquier puesto de elección popular los que juegan; los órganos que desarrollan, custodian y califican la elección sin duda tienen un papel primordial y, el criterio del Tribunal Federal Electoral, es razón decisoria, que no se nos olvide.
 
En este escenario, dar por ganador a López Obrador, es poco menos que hacerse el harakiri, porque tenemos la prueba empírica del resultado que se efectuó cuando, precisamente, López Obrador compitió contra Felipe calderón.
 
En esta ocasión hacia la justa presidencial de 2018 habrá que actuar con cautela con respecto a la encuestitis; las casa encuestadoras ya han tenido fracasos rotundos, hacen su trabajo pero las variables con las que juegan en un proceso electoral se multiplican y muestran volatilidad.
 
Es cierto que existen razones sobradas para vaticinar un posible triunfo de López Obrador, pero también no es menos cierto, que la correlación de fuerzas políticas habrá de jugar a la hora de la hora, por lo que no basta con los escenarios inciertos por los que atraviesa PRI, PAN y PRD para inferir el triunfo de López Obrador.
 
La encuestitis ya inició, pero nada está escrito.

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