Home Un Infierno Bonito EN EL PERSONAJE DEL BARRIO DE HOY RAYMUNDO “El CACARO”

EN EL PERSONAJE DEL BARRIO DE HOY RAYMUNDO “El CACARO”

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Raymundo López Hernández tenía la cara como pelota de golf, desde niño le dio la viruela negra, se rascó y quedó cacarizo. En la escuela recibió las burlas de todos sus compañeros y grandes decepciones con las muchachas, parte por estar cacarizo y otra porque estaba como mentada de madre, muy feo. Su jefa, doña Pilar, lo quería mucho, lo cuidaba, lo llenaba de cariño dándole lo mejor, eso hacía enojar a su papá don Mateo, un chaparrito que era panadero:

 

  • ¿Por qué no quieres a los demás hijos?, luego se encelan y le dan en la madre.
  • Pobrecito de mi hijo, parece que lo picó un pollo, me dan ganas de hacerle una mascara de luchador para que no lo agarren de botana.
  • Tu tienes la culpa, cada que estabas panzona lo que se te antojaba te lo tenía que comprar. Y esa fue la idea de tu madre, si no decía que el niño salía con la cara de lo que se te antojó, y cuando iba a nacer querías queso gruyer, y de donde chingados te lo agarraba si era media noche.
  • Ya cállate el hocico cabrón, de lo que se me antojaba nunca me compras nada, lo que hubieras hecho era hacerlos con amor, con cariño, ahí tienes a los demás, todos tienen apodos como “El Huarache”, “El Cocoliso”, “El Cáscara” y a tu hija le dicen “La víbora”, porque ni nalgas tiene.

Pasaron los años, los niños crecieron, en el barrio había una muchacha bonita que se llamaba Dolores, sólo que tenía un gran defecto: una pierna más grande que la otra, y al caminar rengueaba, le decían “La Llanta baja”. Pero era la única candidata para que la hiciera su novia y se casara con él. “El Cacaro” trabajaba como velador en la Compañía Real del Monte, cuidando el portón de la calle de Venustiano Carranza.

Un día la estuvo esperando a que pasara por la vecindad del callejón de Manuel Doblado, “El Cacaro”  estaba bañadito y muy bien peinado, se había comprado una loción para que oliera bonito, aunque su papá le dijo que apestaba a mujer mala. Cuando paso cerca de él la detuvo:

  • Lolita, desde que éramos chicos siempre me gustaste mucho, cada que te veía mi corazón latía a todo lo que daba. Le decía a mi mamá que te iba a decir que fueras mi novia, pero me dijo que me aguantara un poco porque todavía olía a orines. Ahora que ya estamos grandes, te lo pido con el corazón en la mano, que seas mi novia, siempre te he tenido en el corazón, ¿Quieres ser mi novia?

La muchacha se puso colorada de pena al escucharlo, porque a pesar que era bonita, nadie se le acercaba por su defecto. Le contestó:

  • ¡Sí¡ Tú también me gustas.

Sin decir más “El Cacaro” se le aventó para abrazarla que hasta la tumbó, le ayudó a pararse y se dieron un beso muy apasionado, la fue a encaminar hasta su casa y pusieron fecha para que le fuera a pedir permiso a su papá de verla como novio oficial. Para Mundo era lo más bonito que le había dado, un beso de amor, lo mismo le pasaba a Lolita.

Desde que se hicieron novios comenzó a llenar su alcancía de cochinito con morralla para juntar y casarse, andaba más enamorado que una paloma.

Dejó toda clase de amistades, no se metía a las cantinas. Llevaba muy seguido a su novia al cine, a pasear, y a los pocos meses se casaron por las 3 leyes: por el civil, por la iglesia y por pendejo. Hizo una pachanga en grande y se fue de luna de miel a San Juan de los Lagos, y se la pasó a toda madre porque llegó muy pálido, y ella muy feliz que parecía que ya se le habían emparejado las piernas. Pero la felicidad se borró cuando llegaron a la casa y hablaron con don Mateo:

  • Ya estamos de regreso papá, me da mucho gusto estar otra vez en familia.
  • ¿Dónde van a dormir?
  • En mi cama papá.
  • Ya te casaste, tienes otra vida. La cama donde dormías la van ocupar tus hermanos, tu dormirás en el suelo y la señora también. El casarse no nada más es felicidad hijo, hay que tener su privacidad, su casa, sus muebles y lo necesario, porque después vienen los hijos y el chiste no es hacerlos, si no mantenerlos.

Doña Pilar intervino muy enojada:

  • Ellos dormirán en nuestra cama, nosotros veremos cómo le hacemos. No seas cabrón Mateo, acuérdate que cuando nos casamos así llegamos con mis padres sin nada, y ellos nunca te reprocharon nada.
  • Bueno, ellos se portaron bien conmigo porque me tenían como gato, arreglaba toda la casa y tu padre nada más de mirón, y la vieja de tu madre dándome órdenes como madrota. ¿Cuándo han venido a visitarnos?
  • ¿Cómo quieres que vengan si nunca los invitas? Cuando llegan a venir a verme te encuentran con tu carota, que parece que estás oliendo mierda.

Mientras ellos alegaban, “El Cacaro” y su vieja se besuqueaba parando la trompa y cerrando los ojitos. Sus papás seguían en el pleito:

  • ¡Ya cállate Mateo! ¿Qué tanto alegas si trabajas toda la noche? Nada más llegas a dormir.
  • Lo que quiero es que en mi casa haya privacidad.
  • ¿Qué privacidad quieres cabrón? Si te duermes tal como llegas, te quitas el sombrero y se te salen los pelos como “El Harapos”.

La señora Pilar lo dejó hablando solo y se dirigió a los recién casados:

  • ¿Cómo les fue?
  • Muy bien jefa, estuvimos junto a la Virgen de San Juan de los Lagos, y pedimos por todos ustedes. Te trajimos agüita del pocito,  tierrita bendita y dulces.

Le dijo su nuera:

  • Yo le traje unas sábanas suegra y estas servilletas, espero que le gusten.
  • ¡Ay! Hija, muchas gracias. ¿Ya comieron?
  • ¡No! Nos venimos a las cuatro de la mañana de allá y acabamos de llegar, la verdad tenemos hambre.
  • Venganse a la cocina a echarse un taco. Les voy a preparar unos huevos a la mexicana y un cafecito de olla, con unos bolillitos calientes.

Don Mateo se salió muy enojado y empujó a Dolores sin querer, como le fallaba una pata por poco la tumba.

La mujer le dijo al “Cacaro”:

  • ¿Por qué le caigo mal a tu papá?
  • No le hagas caso, así es, como trabaja de panadero está siempre fastidioso, y más que trabaja como las mujeres malas, sólo de noche, luego los muchachos de la vecindad que hacen escándalo y no lo dejan dormir. Eso lo pone de malas.

Doña Pilar les dijo:

  • Mañana mismo le voy a decir al señor Molina, el dueño de la vecindad, que me rente el cuarto que está al fondo.
  • ¡Hijole jefa! Ese cuarto no tiene luz, y dicen que espantan, que por eso la gente no dura y siempre está desocupado.

Le preguntó Dolores:

– ¿Cómo que espantan?

– Dicen que a la media noche sale una mujer vestida de blanco hasta los pies, de cabello largo, da varias vueltas en el patio y luego se vuelve a meter al cuarto.

  • Ave María Purísima, mejor vámonos a vivir a la casa de mis papás, allá  estaremos mejor. Mi papá, a pesar de que tiene un genio de la patada, me dijo que si se nos ofrecía algo que le dijera, ya ves como es de marro, sin embargo nos puso a los mariachis y nos dio una lana.

Le dijo doña Pilar:

  • Espérense un poquito, se va a desocupar el cuarto que está aquí atrás.

Pasaron los meses y al “Cacaro” le llegó el noviciado, no podía ver la suya, no tenía dinero, se enfermó su vieja, se endrogó por ahí y por allá. A la Compañía le debía un préstamo; el que se les ponía roñoso era don Mateo:

  • Yo te dije que te casaras hasta que tuvieras lo necesario, en esta vida no hay árboles de tortillas ni samaritanos que nos ayuden, son dos bocas más en esta casa.
  • Tenles paciencia viejo ¡pobrecito de mi hijo! Parece que lo pedorreo un zorrillo, lo he visto tan desesperado que habla solo.
  • Pero ya le andaba por tener vieja.
  • Ya deja de echar cacayacas y dame una idea para que le diga cómo sale de pobre.
  • Que se meta de Agente de la corporación de Investigación, de diputado o de líder Sindical.
  • ¡No mames! Mejor dale chamba en sus tiempos libres, que te ayude a hacer los bolillos.
  • No creas que es fácil ser panadero, es duro aguantar las desveladas, el calor, las mentadas del dueño cuando se quema el pan.
  • Yo creo viejo que en lugar de traer una bolsa de pan, desde mañana traes dos. Porque tu nuera ya está panzona y pronto seremos abuelos.
  • Para acabarla de chingar.

Una vez “El Cacaro” no podía dormir y se salió al patio, el viento soplaba muy fuerte, era media noche y a lo lejos se escuchaba el ladrar de los perros. De pronto vio a una mujer vestida de blanco, que pasó junto a él, que hasta lo dejó mudo, vio que se metió a la casa desocupada. Con mucho miedo se quiso meter a su casa, pero le pesaban las patas, parecía que tenían plomo, su piel se le hizo como de gallina. Le entró un escalofrío que lo hizo estremecer, le ganó en los calzones, como estaba flaco, al temblar sus huesos se escuchaban como maraca.

Sin quitar la vista vio que la mujer se perdió en un rincón del cuarto, los perros ladraron cerca de él, corrió como loco metiéndose entre las cobijas con todo y zapatos espantando a su vieja, que la tiró de la cama. Toda la noche no pudo dormir.

Por la mañana agarró un marro y se dirigió a la casa abandonada, donde estaba un brasero de ladrillo dio de marrazos, y al tumbarlo encontró una olla llena de monedas de oro. Solamente le dijo a su familia de lo que había encontrado. De la noche a la mañana se hizo rico, le compró una panadería a su papá en la calle de Guerrero, se cambiaron para San Javier, y ahora es un inversionista. “El Cacaro” se la sacó.

gatoseco98@yahoo.com.mx