EL FUSIL
“La Constitución de 1917 reafirmó los principios de las Leyes de Reforma y excluyó a los miembros de la Iglesia de la política y de la enseñanza. El Estado de la Revolución se protegía, no por simple jacobinismo de los diputados, sino por la constante oposición de la jerarquía católica mexicana a cualquier noción de modernidad.
“La primera respuesta de la Iglesia a los preceptos constitucionales fue la creación y engrandecimiento de su red de organizaciones laicas. Uno de los artículos más criticados por el clericalismo fue el tercero, referente a la educación. La Unión Nacional de Padres de Familia surgió al amparo: de la jerarquía para combatir las medidas educativas de la Revolución (1917).
“El Secretariado Social, creó a su vez una serie de organizaciones, como la Unión de Trabajadores Católicos y la Unión Social de Mujeres, entre otras. La Confederación de Asociaciones Católicas de México fue un esfuerzo para coordinar a todos los grupos interesados en el programa de reforma social de la Iglesia.
“La actitud de los obispos más conservadores había cambiado y, aunque en un principio se mostraron hostiles a la creación de este tipo de organizaciones, después de ver lo que el programa de la Revolución presentaba en la Constitución de 1917 prefirieron apoyar los postulados de la Rerum Novarum.
“Por otro lado, la creación del Secretariado Social respondía a la intención de extender en México la Acción Católica. Se trataba de un movimiento internacional para utilizar a los laicos en la difusión de la doctrina social.
“En 1925, el papa Pío XI proclamó en su encíclica Quas Primas, el imperio de Cristo no sólo en lo espiritual, sino en lo temporal, “pues ha recibido Cristo de su padre un derecho absoluto sobre todas las cosas creadas”. Este hecho junto con un discurso del delegado apostólico Philippi en 1924, al inaugurar la estatua de Cristo Rey en el cerro del Cubilete, en Guanajuato, son los preludios de la rebelión de 1926.
“El arzobispo Mora y del Río publicó una carta en Excélsior, donde se declaraba abiertamente enemigo de la Revolución y llamaba a los católicos a no apoyarla. El presidente Calles aplica la ley y lo expulsa del país. La ley de cultos se pone en práctica: se cierran las escuelas confesionales y se expulsa a los curas extranjeros. La Iglesia responde con la suspensión de cultos “hasta que termine la persecución religiosa”.
“… La lista de las organizaciones católicas de laicos que existían en el país en 1926 era larga: la Unión Nacional de Padres de Familia, los Caballeros de Colón, Unión Católica del Trabajo (que nunca protagonizó una huelga) y el Partido Católico Nacional, entre otras. Estas agrupaciones sirvieron durante la rebelión para juntar fondos y apoyar directamente a la guerrilla. La base del ejército cristero estaba formada por campesinos pobres de las zonas más atrasadas del país; sin embargo, parte del programa cristero era la “compensación justa y efectiva por las tierras confiscadas”.
“… Otro de los frentes que el clericalismo supo penetrar fue el de las escuelas secundarias y preparatorias. En 1926 se fundó la Confederación Nacional de Estudiantes Católicos de México, cuya dirección espiritual la tuvieron los jesuitas. En la CNECM participaron varios de los que después fueron fundadores del PAN, entre ellos destacan Luis Calderón Vega, Luis Hinojosa, Carlos Septién García, Carlos Ramírez Zetina, Miguel Estrada Iturbide, y Daniel Kuri Breña. La CNECM formaba parte de la ACJM, y algunos de sus miembros jugaron un papel importante dentro de la Liga de Defensa de las Libertades Religiosas y en la rebelión cristera”.
“… Durante los años siguientes, las organizaciones de laicos sufren varias transformaciones. Así, la CNECM, convertida en una organización de universitarios, se transforma en la Unión Nacional de Estudiantes Católicos. La polémica entre Vicente Lombardo Toledano y Antonio Caso dentro de la Universidad acerca a los jóvenes de la UNEC a Gómez Morín, que sostenía junto con Caso una doctrina anticientífica y bergsoniana de lo que debería ser la enseñanza frente al marxismo de Lombardo. Los conservadores ganan la batalla, expulsan a Lombardo de la UNAM y hacen rector a Gómez Morín…”.
“Por otro lado, la mayoría de los grupos socia/es y cívicos formados por la Iglesia se integraron en el Consejo de Acción Nacional, en diciembre de 1931. A finales de 1932, la jerarquía crea la Legión, una organización secreta de élite. Se trataba de una agrupación de mochos, en general de altos recursos económicos, organizada en células que no se conocían entre sí y que recibían órdenes de un Consejo, que a su vez las recibía del arzobispado.
“Entre la Legión y la Liga existían diferencias que nunca pudieron limarse; se pusieron de acuerdo en algunos puntos, pero nunca pudieron coordinar su trabajo. En 1934, la Iglesia decidió que la Liga no era efectiva y la transformó en la corporativa Base, de acuerdo a los principios de la encíclica Quadragesimo Anno. de Pío XI. Se trataba de una organización que pretendería penetrar en las diferentes esferas de la vida del país…”. (“Un Pan que no se come, Biografía de Acción Nacional” de Uriel Jarquín Gálvez y Jorge Javier Romero Vadillo, Ediciones de Cultura Popular 1985. Páginas 18/21).