
PEDAZOS DE VIDA
El amor perfecto, es el que no se tiene, el que se va; el mismo que se extraña y añora toda la vida. Amor más perfecto que ese, es imposible de concebirse ya que solo lo que se extraña y añora con toda el alma es digno de llamarse amor perfecto. El amor perfecto es el que vive de una sola promesa, cuando se lucha por encontrarse y con el que se desborda la pasión y la locura; para el amor perfecto, no importa el tiempo ni el espacio, ya que los corazones han de encontrarse y palpitar en una misma frecuencia para después separarse.
Porque no se ama el cuerpo de la persona, no se envicia con el sexo, y no se cansa de extrañar, de añorar, de querer solo verse y de sentir que se necesitan. El amor perfecto así es, mientras uno está bien la otra parte sufre y viceversa, y cuando están juntos disfrutan pero el mismo tiempo se encarga de hacerse agua entre sus manos, por eso existe el miedo a enamorarse porque se quiere tener todo a la vez, y quizá esto último, eso es lo que mata.
Cuando un amor es perfecto, no cansa, no mata, no aburre, porque hay distancia aún en la cercanía de los labios, el amor perfecto es la incansable búsqueda de tener a la persona que pueda aprender a admirar un espino blanco, a disfrutar de sus frutos pero sobre todo es el aprender a sacrificar para estar juntos aunque se tenga que estar separado.
Dalila cerró el libro, se fastidió de leer lo que consideró basura, lo cerró porque le espinó el alma, le tocó ahí donde ningún hombre había podido tocar en toda su vida, cerró el libro maldiciendo y sabiendo también que no estaba muy distante de lo que sucedía en su vida, lo cerró para encender el televisor y olvidar esas letras que tanto daño, en unos minutos, le habían causado.