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EN CRUZ AZUL NO CONFÍAN EN SUS JÓVENES

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#EL FONDO DEL MEOLLO

    •    Se fue Iván Marcone y la respuesta de Pedro Caixinha a este inesperado movimiento fue buscar a un portugués que no tiene punto de comparación con la calidad y el aporte que le daba el argentino a la escuadra cruzazulina 




No cualquier jugador puede llegar a un equipo como Cruz Azul. Eso ha quedado claro a lo largo de todos estos años, en los que con tal de buscar el título que tanto se les ha negado, han contratado a cada futbolista de pobre calidad y dudosa procedencia, que han terminado siendo un verdadero fiasco o un simple negocio para algún promotor.
Se fue Iván Marcone y la respuesta de Pedro Caixinha a este inesperado movimiento fue buscar a un portugués —ojo no tiene nada que ver con el país de donde viene—, que no tiene punto de comparación con la calidad y el aporte que le daba el argentino a la escuadra cruzazulina. 
Y no es necesario tener que observar a Stephen Eustáquio todo un torneo para después poder sacar conclusiones. Se trata de simple y sencillamente que no hablamos de un jugador hecho, que se convierta rápidamente en una respuesta para un club como Cruz Azul, en el que no hay tiempo para hacer experimentos y terminar de “pulir” a una de las “joyas” del futbol de otro país.
Eso es lo que no gusta de la llegada de este mediocampista, lo que parece más una compra de pánico que una adquisición que estuvo planeada, pensada y trabajada por la directiva y el técnico. Acá está claro que es una apuesta de Pedro Caixinha avalada por Ricardo Peláez, algo que no debería haberse hecho de esa manera, ya que es cuando menos probabilidades de éxito existen en relación a un fichaje.
Porque este equipo no necesita más a Francinilson Santos Meirelles, mejor conocido como Maranhao; o a otro Maximiliano Biancucchi, quien aunque es primo de Lionel Messi, en México se convirtió en uno de las más vergonzosas compras en la historia. Y así podemos nombrar a otros más: Waldo Ponce, Roque Santa Cruz, Nicolás Bertolo, Achille Emana o el último y que tanto escándalo le armó al propio Caixinha, Walter Montoya.
Es entonces que no se comprende, si es que quien trae a este portugués es el técnico, que Peláez no haya utilizado su envergadura para evitarlo, para cuestionar realmente si se necesita a un jugador con el perfil de Eustáquio o hubiera sido mejor buscar una semana más para tratar de encontrar a alguien más parecido a Marcone, que es lo que realmente necesita Cruz Azul en el campo.
Lo que menos se entiende, es que no se den tiempo para que en lugar de traer a un futbolista de 22 años, aprovechen a uno que ya tienen en la plantilla como Rafael Baca, para al mismo tiempo, sacar y trabajar a alguno que ya esté en las fuerzas básicas de este equipo. Seguramente tienen a un futbolista que recupere bien el balón y al que se pueda instruir para tener un primer paso preciso.
Pero otra vez se les hizo más fácil comprar, aunque lo hayan hecho sin la certeza de que lo que están adquiriendo tenga las credenciales para poder responder a las necesidades del equipo de manera inmediata. Y eso, si comienza a jugar de inmediato, o lo tienen que esperar más de cinco jornadas en lo que se adapta al país, a la ciudad, al equipo, a sus compañeros, a la Liga y a todos esos pretextos que son expertos en poner. Por eso es que la apuesta de Caixinha es tan absurda como el hecho de haber perdido a Marcone de la manera en que lo hicieron.