HOMO POLITICUS
¿Qué nos hace falta para volver a Dios?, para entender que Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza más allá del credo, ideología, raza o sexo.
¿Qué nos hace falta para volver a la humanidad?
La historia de la humanidad está pletórica de errores donde los hombres por poder, dominio, intolerancia, racismo y desconocimiento, hemos creado un mundo desigual, fundado en mezquinas intenciones, en intereses egoístas y con desórdenes mentales de gran magnitud.
No sabemos, en la mayor parte de los casos convivir y coexistir; mentimos y engañamos, escondemos en dobles discursos nuestro apetitos oscuros, pocas veces ayudamos al que menos tiene, al que sufre por explotación e incomprensión, aquellos que no son más débiles sino menos preparados, aquellos que no pueden defenderse.
Desde los gobiernos, hasta las elites de poder y en el poder, se fraguan los latrocinios que se vivifican en la pobreza sobre los humildes a los cuales se les mantiene en la ignorancia porque en ella se edifican las grandes fortunas y de donde se desprende la riqueza. Los seres humanos podemos y lo hacemos, ser generosos y hacer de la bondad un signo de máxima racionalidad, pero pueden más nuestros intereses mezquinos, nuestros apetitos de poder e incluso, nuestra veleidad. ¿Cuándo vamos aprender a querernos y respetarnos?
Lamentablemente, nuevamente en Estados Unidos se ha cometido un crimen que ofende a la dignidad humana, donde el racismo y la intolerancia se convierten en vehículo de muerte, que deja al mundo sin aliento y vulnera la esperanza.
En México, en este México que intenta abrir una esperanza, el Episcopado Mexicano, toma exactamente la misma postura de los apetitos insanos de la intolerancia y la carencia de amor de ese “amaos los unos a los otros”, al impugnar el fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) que considera “inconstitucionales los Códigos Civiles que no contemplen el matrimonio entre personas del mismo sexo, rompe con la tradición jurídica de que el matrimonio se funda en la unión de un hombre con una mujer, además de que “contraviene los principios del federalismo”.
Esta sentencia de la (SCJN), debería ser un oasis en el desierto para el tejido social y las instituciones como la Iglesia, porque abre el espíritu humano a la tolerancia y a la concordia, a admitir que los seres hu8manos somos diversos, que la diversidad nos une y fortalece.
No intento parecer un puritano y mucho menos un hombre santo o santiguado, sólo me ofende y ofusca que no hayamos aprendido nada de Dios, ofende e insulta vulnerar al que aparece como débil, ofende la discriminación e intolerancia, ofende que se ofenda a Dios y al hombre.
Vivimos en un mundo oscuro y ciego, es tiempo de encontrar la luz, de buscar la paz y la concordia, ya corrió mucha sangre inútil y desolación entre los hombres, me gustaría escuchar una palabra de paz y bondad entre los seres humanos.