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El vampiro de Dusseldorf   

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Peter Kürten fue un alemán que satisfacía sus instintos sexuales matando y bebiendo la sangre de menores de edad; al final fue ejecutado.

 

 

Peter cerró los ojos. Deseaba estar unos segundos en completa oscuridad, no quería escuchar los gritos en su cabeza, recordar las escenas de sus 12 hermanos hacinados en un cuarto sucio y mal oliente. Pero más allá de escapar, los sonidos e imágenes de su infancia regresaban violentamente.

Parecía que las cicatrices producidas por las golpizas recibidas por su padre, volvían a sangrar, que el llanto de su madre reducida a un charco de sangre no terminaría nunca, que los violentos encuentros sexuales que ocurrían en el diminuto cuarto jamás se borrarían de sus recuerdos.

Peter abrió los ojos y se llenó de horror, sus manos mantenían apretado el cadáver de una pequeña, el cuello fracturado mostraba profundas heridas de mordeduras. Los restos sin vida de la niña servirían para dar inicio a uno de los más célebres asesinos seriales de Europa, el alemán Peter Kürten inauguraría la conjunción de los dos seres más temidos de la historia, el vampiro y el asesino en serie.

Tras una infancia llena de violencia, Peter conmocionó a la Alemania pre nazi en los albores de los años 20 al asesinar al menos a ocho niños para beber su sangre y tener prácticas necrófilas con los cuerpos.

Fijación

Se sabe que el vampiro alemán tuvo una fascinación muy especial por el fuego, en varias ocasiones le prendió fuego a casas abandonadas con la esperanza de ver el cuerpo en llamas de algún indigente adormilado en el lugar, incluso, rompió su propio modus operandi al quemar viva a una de sus víctimas de tan solo nueve años, por el sólo placer de verla consumirse en el fuego.

Kürten se ganó a pulso el apodo de “El vampiro de Dusseldorf”, al ser hallado culpable de la muerte y tortura de 29 personas con las que practicaba el canibalismo y la necrofilia.

Por ello se confesó responsable de rapto, tortura y asesinato, así como de beber la sangre de las víctimas lo que le producía una indoblegable excitación sexual.

Confesión

Tras una exhaustiva cacería, Peter se sintió acorralado y decidió sincerarse sobre sus crímenes, su esposa y confidente se mostró incrédula ante tales relatos y lejos de ser cómplice, lo entregó a la policía quien ya contaba con una descripción del homicida, dada por la única víctima que consiguió escapar Peter.

Kürten fue sentenciado a muerte en 1929. Al escuchar el veredicto, dijo: “Después de que mi cabeza haya sido cortada, ¿será posible que tenga un instante para escuchar mi sangre brotando de mi barbilla?”.

Los datos

29 Homicidios consideraron las autoridades para condenar a Peter a muerte.

48 Años tenía al momento de ser ejecutado en Dusseldorf.