HOMO POLITICUS
Una de las condiciones más importante de la convivencia humana es el procesamiento del conflicto. Los diversos órdenes civilizatorios han creado mecanismos de todos tipos para intentar procesar el conflicto social; los modelos más exitosos tienen que ver con sistemas preventivos o culturas de la prevención, y por otro la están los sistemas punitivos, que castigan como modo de disuasión social, pero no procesan el conflicto.
Pero, ¿Qué sabemos de la cultura norteamericana como gestora del procesamiento del conflicto?
En los hechos, Estados Unidos se fraguó en la cultura de la beligerancia como patrón de una violencia abierta y no abierta para hacer “respetar” o conseguir lo que se debe conseguir a costa de cualquier precio. En los hechos, el concepto “precio”, guiado al valor y a los apetitos de expansionismo económico permitió-empujó a la colonización del país y al asentamiento de una heterogeneidad social sin precedentes en el mundo, de los famosos “pioneros”.
Entonces, todo parecía que “si te lo proponías lo lograrías”, más aún, la cultura del yankee, indicaba que tenías que hacer “tu primer millón de dólares”, antes de los 30 años, cuestión que revelaba una competencia incontenible a nivel social. En los hechos, el espíritu de competencia fue visto como sano, e inclusive, diversas sociedades trataron de imitar este modelo social que lo mismo trascendía en la economía que en la cultura; pero que en el trasfondo social, llevó a los individuos a competir más allá del egoísmo creando desencuentro social.
Todos sabemos que el país donde ocurren mayores crímenes con violencia es Estados Unidos; todos sabemos que el país donde los ciudadanos adquieren más armas sin mayores requisitos es Estados Unidos; todos sabemos que el país que más guerras ha provocado históricamente es Estados Unidos; por ello, no puede caer de extraño que los norteamericanos presentan un patrón histórico de violencia para afrontar cualquier conflicto.
Por ello, no nos extrañen los comentarios absurdos como los de Donald Trump, que advierten la necesidad de utilizar el patrón de violencia para dirimir cualquier cosa; por cierto, refiriéndose a lo ocurrido en el crimen de Orlando, Florida, dijo: “Gracias por las felicitaciones por tener razón sobre el terrorismo islámico radical. No quiero felicitaciones, quiero firmeza y vigilancia. ¡Tenemos que ser inteligentes!”.
No nos confundamos, el tío Sam tiene un patrón histórico de violencia que propicia violencia y recibe muestras de violencia de todas partes del orbe.