LA CULTURA DEL TATUAJE (PARTE 3)
No hay escuelas que profesionalicen la labor del artista corporal
Conforme pasaba el tiempo y en mí se fortalecía la idea de tener un tatuaje, fui descubriendo a Melecio Roger Junior, quién con la charla me permitió conocer al chamaquito que hacía dibujitos con su lapicero en los brazos de sus compañeritos de clase. Y posteriormente al adolescente que a los 14 años observaba la máquina rústica para tatuar que se había inventado su hermano mayor.
“Yo creo que se dio solo, cada persona tiene sus talentos, tuve la fortuna de poder toparme con mi talento de frente, desde muy joven. Luego, la idea fue creciendo conmigo, conforme he crecido, el negocio también ha ido creciendo conmigo, porque al final esto se vuelve negocio por necesidad, el sistema es rudo”, me relató el tatuador quien en 25 años ha invertido constantemente en el negocio que es uno de los más emblemáticos de Pachuca y en el que atiende amablemente, sin distingo de quién se trate o a qué se dedique el cliente.
El primer tatuaje
Hay personas que deciden hacerse un tatuaje que se convierte en una cadena de diseños, colores y texturas por todo el cuerpo, y aunque tengan decenas de estos, por lo general siempre recuerdan cuál fue el primero, para Melecio esto fue una doble experiencia ya que no sólo se trató de su primer tatuaje sino que fue él mismo quién lo hizo.
“Mi primer tatuaje, fue extraoficial, no sabían en mi casa, no me hubieran negado el derecho a tatuarme pero todo era después de los 18 años, fue una lagartija y fue en mi pierna. Mi hermano me había regalado su máquina para tatuar y dos o tres pigmentos luego de que le enseñé una revista que me había comprado en Insurgentes, tenía diseños bien chidos, me acuerdo que le dije a mi carnal – mira yo me voy a poner estas madres un día- y después de que me hice la lagartija, salí al barrio para ver quién quería un tatuaje y ahí hice un tribal en un chamorro”.
Sin escuelas que avalen conocimiento
Uno de los problemas que enfrentan los expertos en el arte corporal, es la falta de reconocimiento por parte de la institución, ya que si bien un sin número de estos comenzó su camino de forma similar a Melecio, hay quienes pasan por otras rutas para llegar a este destino sin que exista una escuela especializada para brindar todo el conocimiento al respecto.
“Es bien difícil, a los aprendices los agarro en ceros, les puedo enseñar bien desde el principio, si hiciéramos todos nuestra labor bien desde el principio estaríamos en otro nivel de sociedad con este rollo. Hay que capacitarlos, he tenido tatuadores profesionales que llegan con certificado de la Cofepris, una licencia de que pueden tatuar, en esos casos solo te toca sentarte ver qué pueden hacer y compartir conocimiento para obtener mejores resultados es la manera en la que aprendemos”, mencionó.
De igual forma señaló que en el país no existe una autoridad que avale el conocimiento, “no hay universidad que evalué esto, que te respalde, eso no existe, no podemos ser tatuadores profesionales porque el sistema no lo permite, el estudio se puede volver profesional, pero el tatuador no llega más que a experto, es lo que yo creo. Creamos carrera a base de experiencia, te topas con un doctor, le sacas información, o te encuentras un patólogo y te comparten conocimiento, los cubrebocas tiene periodo de vida de dos horas, por ejemplo. Hoy en día puedes entrar a internet a aprender desde como lavarte las manos, cortarte las uñas, todos esos elementos te convierten, con el tiempo, en un buen tatuador”.
Tatuador/ artista/ empresario
Por lo anterior se debe tomar en cuenta el trabajo previo que haya hecho el especialista, ya que con más de 25 años en esta industria, Melecio nos refirió que para ser tatuador profesional se requieren de cualidades y recursos que se van sumando a lo largo de la carrera, “hay muchos artistas tatuando, hay muchos tatuadores que no son artistas y hay muchos tatuadores que son profesionales”.
“A mí lo que más me importa el factor empresarial, nos da los recursos para seguir creciendo y seguir dando garantías, el artista no entiende eso. Muchas veces el artista peca de arrogante, dice yo te hago un tatuaje bien padre en tu casa porque soy bien fregón para dibujar y a lo mejor no queda mal el dibujo, pero seguramente estará poniendo en riesgo la salud, eres tatuador o eres artista. Pero una de esas cualidades que mencionaba es que también tienes que ser artista, este es uno de los giros más difíciles como empresa en el país, pero depende de ti y de la gente que te rodea si eres tatuador o eres artista”, concluyó.