PEDAZOS DE VIDA
Primero fue una petición, la única hecha por un hombre a los dioses que siempre sirvió, a los mismos entes que desde todas partes lo miraron y lo probaron sin compasión, y después fue el infierno. Estos cabrones, dueños del universo así eran, estaban acostumbrados a mal cumplir las peticiones de sus juguetes llamados humanos.
Escucharon la petición, se burlaron de ella por segundos que en la esfera terráquea fueron años, y tras la imploración decidieron complacerlo, decidieron hacer que el humano más leal se encontrara con el absoluto silencio, y le dieron el don que lo consumió a la brevedad. Al dejar de escuchar, comenzó a pensar, luego a reflexionar, y finalmente a confrontarse consigo mismo.
El silencio fue absoluto, no escuchaba nada, luego comenzó a ver nada, luego a imaginar cosas y sonidos que no lograba identificar, comenzó a fabricarse engaños, y entonces buscó una solución a la situación en la que se encontraba, pero el silencio le había hecho quedarse mudo y sin idea de lo que habían sido los dioses.
En el universo, los Dioses comenzaron a sentirse mal, sin saber qué había sucedido, demostraron no ser inmortales, el único hombre que les había quedado, había dejado de creer en ellos, y ante el silencio obra y creador habían perecido, en un día que se hizo eternidad, y desde el que surgió una nueva deidad, el silencio.