DE ADICTO A ADICTO
Un niño, bueno para todo
Cuando nací él ya estaba ahí, uno de mis recuerdos fue verlo vestido de negro, con botas de policía y él estaba feliz haciendo lagartijas, sentadillas y se ponía parado de cabeza. Era parte del Pentatlón militar de Hidalgo del Parral Chihuahua, era, mi querido hermanito, un atleta nato, entusiasta, disciplinado, con una entrega total, aunque bajito de estatura, propiamente era una bala jugando el básquet bol, con una agilidad tremenda para brincar y encestar, correr, burlar y dominar el deporte ráfaga.
Me acuerdo de su balón de básquet, amarillo, que quedó liso de tanto uso; lo vi tirarse del trampolín de cinco metros y ganar medalla de oro, era muy bueno para dar vueltas en el aire y caer perfectamente en el centro de la alberca, era un clavadista con presión y agilidad.
El Shompis ganaba siempre en todas las disciplinas deportivas, lo mismo era béisbol, futbol soccer que americano, igual destacaba como ciclista que como basquetbolista; tuvo esa chispa de destacar, de ser líder y realmente muy bueno.
Crecimos juntos, convivíamos con los mismos amigos, a pesar de que casi me llevaba dos años de diferencia. Podríamos pelear, por todo y por nada, pero cuidado si alguien se atrevía a meterse conmigo, a fastidiarme, porque mi hermano, el mayor, me defendía como fiera. Era muy buen cocinero, sabía hacer amigos y les caía bien a todos, aunque de repente, o casi siempre, tenía el espíritu de mosquito.
Llegamos a México en 1967, organizamos una mini olimpiada
En homenaje a Leonardo Salayandía García: ¡Chompis! ¡Un gran personaje!
Mi gran entrañable amigo: poco tuve el privilegio de tratarte en los últimos tiempos, y lamento mucho no haberte buscado cuando me fue posible….no sé qué sucedió….lo dejé siempre para mañana…hoy lo lamento tanto…
Yo siempre creí en ese breve lapso de tu despedida, que la librarías mi hermano. Tu hermano carnal Martín, me dijo que tú estabas confiado en que así sería y yo creí en ello… mas evolucionaste en los raros misterios de lo que hoy conceptualizamos como muerte.
Dios te tenga en bien, así deseo. Doy gracias a Dios por haberte conocido, fuiste un ídolo y gran maestro en la de muchos y de mi vida…mencionaré solamente algunos fragmentos que recuerdo. Un hombre de baja estatura pero de enorme grandeza, sensibilidad, inteligencia, fortaleza y disciplina. Tal vez me haga yo tonto, pero quiero creer que con este escrito y testimonio me escuchas donde estás. Te siento. Y no sé quién ni cómo, pero quiero mantener la esperanza de que alguien, quien sea, continuemos la relatoría de tu historia.
Para mí fuiste un hombre cabal, justo, emprendedor…
El más fuerte emprendedor de nuestras mini olimpiadas, con todas las disciplinas que seguimos: salto de altura, de longitud, de garrocha, competencias de box, lucha, caminata, de carreras de velocidad 100 metros, 400, mil… maratones; así como de muchos juegos de nuestra infancia, bote pateado, burra tamalera, escondidillas, balero, yoyo, tú las traes, la internacional, y muchos más de los cuales tú fuiste nuestro líder, nuestro maestro infantil.
Te agradezco enormemente tus enseñanzas, eras quien decía hasta dónde era correcto. Hasta en los pleitos mostrabas tu liderazgo al decir ¡Basta! ¡Ya estuvo suave! Y definías al vencedor. Asombroso fue verte enfrentarte a rivales mucho más altos y corpulentos que tú y vencerlos con tus devastadores golpes rotundos.
Vivirás siempre en el privilegiado lugar de nuestros recuerdos mi queridísimo Chompis, Máximo Jerez Jiménez
Un ser muy pulcro…Demás, diría yo
Desde niño se bañaba a veces hasta dos veces al día, le gustaba andar muy bien peinado y vestido, era la moda andando, muy elegante por las mañanas me fastidiaba, él se levantaba más temprano que yo. Dormíamos en el mismo cuarto y se echaba en los pies un aerosol que me mareaba.
Todas las mañanas tenía que soportar ese aroma, luego, cuando ya estaba vestido y peinado, se bañaba en loción, le gustaban andar muy perfumado y así fue toda la vida, usó traje y corbata desde los 12 0 13 años de edad, mi padre, el ilustre periodista, Don Domingo Salayandia Nájera, nos forjó en el camino periodístico desde muy pequeños.
Cuando llegó a la ciudad de México, editaba dos publicaciones, Semana y Expreso, el Shompis y yo lo repartíamos por todos lados, en las antesalas de las dependencias gubernamentales y organismos descentralizados. Mi hermano, comenzó sus pininos en el noticiario Nacional Línea Directa, allá en la colonia Florida, terminó su carrera de licenciado en Publicidad y Mercadotecnia, luego, ocupó la dirección general de la Agencia Nacional Periodística, ANPE que producía noticias para estaciones de radio, canales de televisión, sindicatos, dependencias públicas y privadas.
Desde la época del Presidente Luis Echeverría, mi hermano tuvo contacto con la primera autoridad del país y visitó la residencia Oficial de Los Pinos muchas veces, tuvo acercamientos con el Jefe del Ejecutivo Federal desde Echeverría, hasta Peña Nieto, ocho presidentes. Recorrió el país como enviado especial de ANPE en la campaña del candidato José López Portillo, que en ese entonces fue el único postulado, es decir, no tuvo contrincante y también, al cien por ciento, cubrió la campaña de Miguel de la Madrid.
Digno de admirarse
Fue en las reuniones familiares la chispa de la vida. Tenía un singular sentido del humor, bromista, a veces sarcástico, a veces ocurrente, pero nos hacía reír a todos, más cuando bailaba y hacía su show. Era muy buen bailarín, con gracia y ecuánime corporalmente, tenía carisma y estilo para contar chistes. Fue, mi hermanito, un tipo decente con las damas, respetuoso, amable, pero bromista, en cierta forma él mantenía unida a la familia después de la muerte de mi padre y de mi madre.
Forjó profesionalmente a sus tres hijos, Leo, Pamela y Michelle; mantuvo una relación matrimonial por más de 43 años, fuimos compadres tres veces, el año pasado nos juntamos en Parral, su piel mandaba un triste mensaje, no era un color de piel normal, tenía un rostro amarillo, apagado, un signo nada grato.
A los pocos días le confirmaron el cáncer en el hígado, y con una actitud fuera de serie, tomó la determinación de luchar con todo, como la había hecho 20 años atrás cuando venció al tumor en un testículo. Desde ese momento, ciegamente confió en el Oncólogo que lo había atendido anteriormente, y comenzó a viajar de Ciudad Juárez a México y de México a Puebla, una y otra vez, recorriendo clínicas y laboratorios del ISSSTE, mostrando ante él mismo y ante todos, una singular fortaleza.
Así transcurrieron los primeros meses de este triste 2015, él luchó con todo, e iba a todas, mi comadre Lety, su esposa, luchó hombro con hombro a su lado, se convirtió en su doctora de cabecera; como Pamela mi sobrina, dieron lo mejor de sí mismas, haciendo un verdadero esfuerzo sobrehumano a todas horas, y la flama poco a poco se fue apagando. Mi hermano se quedó sin fuerzas, sin voz, sin actitud, sin nada, el cáncer lo había fulminado sin reservas.
Es muy fácil hacer amigos, lo difícil es conservarlos
Ahí es cuando conoces verdaderamente el sentido de la amistad, en la cama de un hospital, cuando estás caído o mal en algún sentido, ahí vi los que en verdad quisieron al Shompis. Recibí llamadas desde la ciudad de México y de muchas partes, mensajes por celular, correos y mensajes en Twitter y Facebook.
Mi hermano fue un hombre muy querido, no solo en Ciudad Juárez, sino en infinidad de partes, ahí estuvieron con nosotros los amigos de verdad, amigos que no pudieron estar en esta despedida, pero que nos lo hicieron saber.
El Shompis, deja en mí una profunda huella, algo de mí murió junto con él y estoy triste, muy triste, pero le doy gracias a Dios que mi hermanito ya descansó; ahora sé que está bien y desde allá nos está cuidando a todos, emocionalmente quería soltarlo, por ello quise escribir sobre mi hermano y lo que significa para mí; escribir de mi amor y mi admiración hacia él.
Me quedo con el mensaje de cuidarme, de atenderme lo antes posible ante los males que me aquejan, me quedo con el compromiso de estar cerca de mis sobrinos y de mi comadre. También de mantener el espíritu de la unidad familiar que el Shompis predicaba con un singular ejemplo.
Únicamente quiero despedirme con un mensaje para él: Leonardo, te llevo en mi corazón, significas mucha para mí y te voy a extrañar hermanito. Te amo.
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