EL RENCOR

“¿Rencores? ¿Por qué rencores?

No le va a mi señorío

tenerle rencor a un río

que fue regando mis flores”.

Manuel Benítez Carrasco.

 

Páginas enteras en diarios y semanarios de circulación nacional (local también, en menor grado), noticiarios de radio, televisión, conferencias, redes sociales etcétera… destilan olores nauseabundos de sentimientos de ésos que hacia el interior ensucian el alma y cuando se desbordan minan las estructuras del Estado de Derecho que, bien o mal, existe en México.

 

Ikram Antaki afirma que esas bajas pasiones se engendran en la “otredad”. “El otro”posee la cualidadde ser diferente: un ente juzgado que no comparte con su juzgador los rasgos propios de su identidad. En los distintos pueblos de la antigüedad, “el otro” era el extranjero, el que no podía ni debía compartir los privilegios de pertenecer a una ciudad-Estado, por ejemplo. Así surgieron las diferencias entre: amos y esclavos; patricios y plebeyos; señores y siervos; burgueses y proletarios…

 

En la noción de rencor, psicológicamente subyace una amplia gama de complejos, frustraciones, deseos de venganza, envidias reprimidas y otros monstruos que cargamos como personalísimas cajas de Pandora. Estos agresivos demonios no siempre se ven, pero invariablemente se sienten; viven en nuestro subconsciente; hacen daño a quien los nutre… Generalmente su objetivo, aquél que los inspira, “el otro”, ni siquiera se entera de su existencia.

 

La historia de todas (o casi) las religiones es pródiga en este tipo de sentimientos individuales y colectivos. Las ideologías fundamentalistas conducen al fanático a la convicción dogmática de que todo aquél que no piense como él, estará equivocado y se hará acreedor al peor de los castigos. Los miles de mujeres a quienes la Santa Inquisición mandó a la hoguera, por “brujas” no tuvieron otro pecado que despertar el rencor acumulado o la codicia. Sentencia que se dictaba por amor a Dios.

 

En el campo de la economía, el Marxismo enarboló la bandera ideológica de “la lucha de clases”. Los medios de producción no deben estar en manos de particulares sino del Estado, hasta lograr el utópico fin de una sociedad sin clases.Durante su auge, quien dudara de estos dogmas era severamente estigmatizado y hasta se consideraba afectado de sus facultades mentales.

 

En nuestros tiempos, se manifiestan estos antagonismos, lo mismo entre diferentes partidos políticos, que al interior de ellos. Todos los institutos, grupos e individuos aspiran a ejercer el poder sin compartirlo. Los orígenes históricos; los roles de cada uno en las diversas epopeyas bélicas, dan trascendencia a antagonismos que no se olvidan. Los conservadores de ayer son abuelos de los de hoy; los mismos que armaron a los cristeros, quienes como evidencia de la protección divina, recibían un escapulario bendito con el célebre imperativo: “Detente, bala, el Sagrado Corazón de Jesús está conmigo”. El sistema vigente para que los ciudadanos accedan al ejercicio del poder, engendra mesiánicos personajes que logran crear sus propias organizaciones, o llegar al poder, como ciudadanos sin Partido. De todas maneras, “el otro” sigue siendo receptáculo de odios y rencores.

 

Es inaudito, observar con qué saña se ataca a los más altos personajes de nuestra vida institucional. En uso y abuso de la libertad de expresión se publican ya sea con firma o de manera anónima, mensajes que no critican, ofenden; que no fundamentan, calumnian, que no se dirigen al cerebro, sino al hígado de su clientela. Estos dueños de la verdad absoluta, se autoerigen en líderes de opinión y cobran millonarios emolumentos, por pontificar ante “selectos” auditorios, sus amargas consignas, sin más pruebas que su “autoridad moral”.

 

La educación, sigue siendo fuente de discordias. Qué lejos se encuentran los ideales del Artículo III Constitucional de “desarrollar armónicamente, todas las facultades del ser humano y fomentar el amor a la patria, el respeto a los Derechos Humanos y la consciencia de la solidaridad internacional en la Independencia y en la Justicia”. ¿Lo entenderán los “luchadores sociales” de la CNTE y similares?

 

Algunos religiosos convencidos, creen que sólo la confesión ante un Ministro de el Señor, es capaz de limpiar su alma devota. Yo creo que Dios no perdona, porque no es vulnerable a agravio alguno. Salvo Baudelaide (uno de los poetas malditos) nadie, que yo sepa, ha hablado del “odio de Dios”. El perdón es humano, no divino.

 

Para ilustrar el rencor y el perdón, en las relaciones de pareja, Manuel Benítez Carrasco, autor del epígrafe, remató su inmortal poema diciendo: “Déjame que viva yo, sin perdón, y sin rencores. / No me grites, no me llores, /¡lo nuestro ya se acabó”!

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