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El relato del virus se hizo real

PEDAZOS DE VIDA

Se siente el calor del verano, en algunas partes de esta ciudad, la “Bella Airosa” se puede ver la ausencia de la gente en sus calles, en otras la vida continúa ante la amenaza de un posible contagio de Coronavirus. Es el año 2020, mes de marzo, el día 28 y la situación como hemos visto, se ha complicado, a diferencia de lo que nos ha enseñado la Ciencia Ficción, en el mundo no hay muertos que vuelven a la vida, simplemente hay muertos que no paran de sumarse a la estadística global.
En mi colonia, que es un barrio grande, los negocios que permanecen abiertos después de las cinco de la tarde son aquellos que ofertan medicamentos, comida, enseres, y una florería, después de las ocho la oferta se reduce considerablemente.
En la calle donde vivo, que no es la principal, se encuentran varios negocios y bodegas, en esta calle la desolación llega a partir de las tres de la tarde, algunos camiones descargan en las bodegas y así como llegan se van, otros negocios abren en las mañanas como solían hacer pero cierran un poco más temprano.
Cada día es más evidente el uso de cubrebocas, ante el silencio de la calle, la música del carro de los helados se está convirtiendo en una especie de himno apocalíptico. Aun así, hay sonidos que activan a momentos la calle: el panadero con el pan, el del carro camotero, el típico “hay tamales”, y el señor que regularmente pasa a las cinco gritando “lleve sus donas, de a tres por diez”.
Ante esto qué difícil resulta para algunos, estar solos, los que aguantamos en nuestras guaridas, nos enfrentamos a nosotros mismos, seguramente al final se tendrá que emitir un vencedor y un perdedor, que en estos casos es la misma persona, en tanto los que pueden, han regresado a sus hogares, a sus raíces, a los municipios donde nacieron o bien, donde se encuentran sus familias.
Así se vive parte de una pandemia en Hidalgo, en su capital, en la colonia San Cayetano, el relato de hoy lo escribo con el aire entrando por mi ventana, como dando esperanza de que la situación pronto cambiará, lo escribo con el romanticismo que me deja esta tarde de pocas nubes y con su rojo atardecer, hasta la próxima.