El pueblo griego enfrentado a los bancos

NÚMEROS CLAROS

 

Alexis Tsipras y Syriza enfrentados al corazón del capitalismo. Nadie dijo que una revolución fuera fácil de realizar. La agudización de las contradicciones económicas y sociales en Grecia han permitido hacer a un lado a la socialdemocracia tímida y vacilante, esperando siempre la evolución y nunca dispuesta a propiciar los cambios. La llegada de Tsipras y Syriza al poder es obra de la descomposición del capitalismo en Grecia, lo que han hecho de este país hoy su eslabón más débil, como planteara Lenin al referirse a las condiciones para realizar una revolución.

            Tanto el primer ministro griego, Alexis Tsipras, como Syriza, han calculado mal si suponían que la derecha europea facilitaría su trabajo frente al gobierno griego, por ahora sólo tienen el respaldo de los socialdemócratas. Sí Tsipras tiene un amigo dentro de los Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea este es el presidente de Francia, François Hollande, un socialdemócrata que ha tratado de acercarlo a los otros líderes europeos; sin embargo, podríamos aseverar que el gobierno griego hoy tiene más enemigos que desean su caída que amigos que esperen su éxito.

La Canciller de Alemania, Angela Merkel, como la Directora General del FMI, Christine Lagarde, parecen estar cansándose de Tsipras. Ayer jueves después del fracaso de las negociaciones entre el gobierno de Grecia y sus acreedores, Merkel decía que no habían conseguido el avance necesario e incluso, en algunos aspectos, tenían la impresión de estar volviendo atrás, exigiendo a los griegos trabajar para facilitar un acuerdo; posición que comparten los gobiernos de Polonia y España. Mientras que el presidente François Hollande, por el contrario sigue pensando que un acuerdo es posible, necesario, aunque todavía existen diferencias, y no hay nada que ganar esperando el momento final, precisaba; apuntando que sólo era necesario saber cómo poner fin a la negociación.

Sin embargo, los enemigos de Tsipras y de Syriza, saben que los gobiernos socialdemócratas han fracasado en Grecia y un gobierno de derecha sólo empeoraría las cosas, por lo que no han hecho nada para provocar la caída del gobierno griego de izquierda actual; hacerlo sería abrir las puertas a una revolución en el país helénico, radicalizando las posturas y alejándolo de Europa, acercándolo a las posiciones de Rusia y China, países que ya han formado un bloque, no sólo en el Consejo de Seguridad de la ONU en contra de las posturas occidentales, sino en la economía mundial, donde multiplican sus acercamientos con todos los países que discrepan con los Estados Unidos y Europa.

No es fácil para el gobierno griego lidiar con socialdemócratas y conservadores. El éxito de Alexis Tsipras y Syriza significa cumplir con sus promesas de campaña y su programa de gobierno. En medio de las negociaciones entre Grecia y sus acreedores, Tsipras juega con su supervivencia política, con seguir fiel a sus principios que apoyó la mayoría del pueblo griego, seguir a la izquierda, o traicionar sus principios y al pueblo cediendo ante los acreedores. Ese es el centro de los problemas de las negociaciones, ceder antes los intereses de los bancos y darle la espalda a los ciudadanos, o enfrentar a los acreedores con la fortaleza de un pueblo cada vez más empobrecido, para construir otra historia sin Europa o con ella.

Lo cierto es, que después de las negociaciones del Eurogrupo del 18 de junio, se habían ensombrecido las posibilidades de llegar a un acuerdo, el llamado a una Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno el lunes pasado en Bruselas para destrabar las negociaciones, concluyó con optimismo al visualizarse una posible solución; sin embargo, los problemas técnicos que debería solucionar el Eurogrupo en su reunión de este miércoles pasado, resultaron problemas insalvables que descartaron esa posibilidad.

Ahora, no será hasta este sábado 27 de junio, cuando se vuelva intentar concluir un acuerdo sobre las reformas económicas que debe implementar Grecia, dentro de un programa de ajuste del FMI, bajo la presión de la fecha fatídica del 30 de junio, cuando el gobierno griego debe reembolsar 1,600 millones de euros a sus acreedores, si quiere seguir dentro de la zona del euro y recibir 7,200 millones de euros que forman parte del programa de ayuda, con lo cual evitaría la declaración de moratoria.

Alexis Tsipras, no tiene las cosas fáciles ni en Bruselas ni en el parlamento griego. En el primero la derecha europea lo acosa y le exige mayor austeridad, en el parlamento helénico debe convencer a la coalición que lo llevó al gobierno, a maoístas, comunistas, socialdemócratas y nacionalistas, que no quieren seguir escuchando más hablar del FMI y sus programas de austeridad.

Los griegos han propuesto aumentar los ingresos fiscales hasta en 7,900 millones de euros en 2015 y 2016, 7,300 millones producto de aumentos en los impuestos y cotizaciones en la seguridad social; pese a su impacto en los ingresos de los hogares ha aceptado un aumento del IVA en la electricidad de 23%, como lo solicitaban los acreedores, en tanto que los alimentos pagan el 13% y las medicinas el 6%; mientras que los impuestos a las sociedades se incrementaron de 26% a 29% y, un poco más de, 1,500 empresas pagarán un impuesto especial del 12% correspondiente a 2014. Pero sus acreedores consideran que el programa fiscal griego es recesivo y no estimula el crecimiento ni el empleo, mientras insisten en el aumento del IVA.

Los acreedores respondieron el miércoles a las propuestas griegas disfrazando sus exigencias de siempre; su contrapropuesta exige un recorte de 2 mil millones de euros al sistema de pensiones, incrementar a todos los productos el IVA hasta el 23% y evitar el aumento de impuestos a las sociedades. Nada extraordinario en los programas de ajuste del FMI, los cuales se basan en recortes a los programas sociales, austeridad y más empobrecimiento de la población, a cambio de no tocar a bancos y a empresas, en los cuales ven la única posibilidad de crecimiento de la producción y del empleo.

Pero en el fondo de todo este circo que ha convertido a Bruselas en la sede de cuatro reuniones del Eurogrupo en sólo ocho días y dos cumbres de Jefes de Estado y de Gobierno, sin que puedan encontrar una solución a la crisis Grecia, pareciera esconderse el deseo de la derecha europea por eliminar de raíz la rebeldía de Atenas, el ejemplo de Syriza, para que no surjan más PODEMOS, como en España, e indignados en Europa que atenten contra los intereses de los bancos y de las grandes empresas, los verdaderos dueños de la Unión Europea.

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