El primer hospital de América y tumba de Cortés

Mochilazo en el tiempo

En el lugar donde se encontraron por vez primera el conquistador Hernán Cortés y el tlatoani mexica Moctezuma es donde se fundó en 1524 el primer hospital del continente Americano. Aquel sitio que, según refiere una publicación de 1937 de EL UNIVERSAL ILUSTRADO, solía llamarse Huitzilán (en el cuadrante que comprenden las actuales calles de República de El Salvador, Mesones, Pino Suárez y la avenida 20 de Noviembre en el Centro Histórico) se edificó aquel recinto dedicado a la salud y que años después se convertiría en la tumba de quien lo mandó edificar.
Antes de la Conquista en Tenochtitlán, durante el reinado de Moctezuma, existía el Tihuicán, equivalente al hospital mexica en el que se atendía a veteranos de guerra, inválidos y heridos en combate. Las enfermeras, también llamadas tícitl, se encargaban de administrar brebajes, lavados intestinales, colocaban lo más cercano a lo que conocemos como férulas y vigilaban los temazcales.
Sin embargo, con la llegada de los españoles también vinieron enfermedades desconocidas para nuestros antepasados y hubo epidemias de viruela, sarampión, paludismo, fiebre amarilla y dengue. La atención médica era muy inestable y por esa razón Hernán Cortés fundó el primer hospital por iniciativa de Fray Bartolomé Olmedo al terminar la Conquista.
– La fe de Petronila le dio nombre al hospital
A pesar de tener un nombre religioso, no se llama así porque sus fundadores lo fuesen. En un principio fue conocido como Hospital de la Limpia Concepción de Nuestra Señora, que después fue llamado Hospital del Marqués. Sin embargo, el último nombre proviene de una india de nombre Petronila Jerónima, quien dijo haber visto en sueños a Jesús.
La devota mujer buscó a un escultor que pudiera tallar en madera la imagen vista en sueños y visiones. Ningún artista pudo plasmar la imagen que ella les describía. Cuenta la leyenda que entonces Jesús conmovido por la devoción de Petronila envió a un grupo de indios que se ofrecieron a tallar la imagen. Eran tan buenos que pudieron hacer una magnífica reproducción de su retrato solamente con la descripción de aquella mujer en una sola noche.
Cuando ella los buscó para darles las gracias, los indios habían desaparecido de forma tan misteriosa como cuando se aparecieron por primera vez. Petronila guardó la imagen en un adoratorio pequeño que tenía en su hogar y dispuso que a su muerte la imagen fuera rifada entre los templos de la Ciudad de México. Ese donativo lo recibió el hospital.
En un inicio, los encargados del nosocomio no creyeron que una imagen que había sido tan célebre fuera para ellos, ya que el recinto era muy pobre, y aunque la rifa se realizó más de una vez, el modesto hospital siempre terminaba favorecido.
Fue por esta razón que decidieron conservar la imagen y por el recuerdo de este evento fue llamado el Hospital de Jesús. El Cristo se encuentra en una vitrina delante del altar. Y como parte fundamental de la los hospitales coloniales era la fe, estos siempre contaban con un templo o capilla.
De acuerdo con un texto de la Guía del Centro Histórico, este hospital es un cúmulo de hitos médicos, pues en este recinto inició la práctica de la medicina europea bajo la supervisión de Pedro López, el primer médico graduado en llegar a Nueva España. Por sus instalaciones pasaron personajes como Juan Correa (quien realizó la primera disección anatómica con fines didácticos del continente en 1646); José María Luis Mora instaló ahí el Instituto de Humanidades, parte de una reforma educativa laica y científica; José María Vértiz fue su director de 1867 a 1871, y Gustavo Baz Prada formó parte del cuerpo médico.
En la década de los 30, el hospital perdió parte de sus terrenos para abrir la avenida Pino Suárez. Lo que se compensó con la intervención arquitectónica a mediados de los años 40 por el arquitecto José Villagrán, renovando la antigua fachada por una más moderna y respetando gran parte del interior de la antigua edificación. Una intervención de un edificio histórico para que subsistiera en la actualidad.
Así, el nuevo edificio del histórico Hospital de Jesús quedó construído con una sucursal del Banco de México en planta baja en el cruce de la calle de Mesones y la avenida 20 de Noviembre.
– La tumba de Cortés
En su testamento, Cortés dispuso dos cosas muy importantes: la primera que el hospital continuara aún después de su muerte y la segunda que sus restos fueran traídos de vuelta a Nueva España. Con la Independencia de México redujeron los fondos de la institución. Sin embargo, la viuda de Hernán Cortés, Juana de Zúñiga, pidió que se anulara el testamento porque consideraba que la despojaba de bienes legítimamente suyos. Los descendientes del conquistador solventaron los gastos del hospital hasta 1932, cuando falleció el último de ellos. Desde entonces se sustenta gracias a las cuotas de recuperación y es por eso que algunos de sus servicios se cobran.
El tema de los restos del conquistador es una historia que se tergiversa. Cuando uno decide emprender la búsqueda de la tumba en el hospital pueden ocurrir dos cosas: explican dónde están o niegan la existencia de los restos en el inmueble.
La historia nos indica que cuando los restos fllegaron de España fueron enviados originalmente a la Iglesia de San Francisco en Texcoco; luego al Convento de San Francisco en la Ciudad de México. Tiempo después fueron llevados al Templo de Jesús Nazareno donde Manuel Tolsá les hizo un mausoleo y Fray Servando Teresa de Mier dedicó una oración.
Por la época de la Independencia hubo amenazas de profanar la tumba y quemar los restos, por lo cual los exhumaron para esconderlos debajo de la tarima del altar. En 1836, fuera de todo peligro, pusieron los huesos en un nicho sin inscripción y permanecieron así hasta 1946, cuatro años después de que se inaugurara el nuevo edificio del Hospital de Jesús, uno de los anexos del nosocomio, y tras confirmar su autenticidad los devolvieron al sepulcro donde los habían encontrado junto con una placa conmemorativa.
“Están del lado de la capilla, en una urna junto con una placa que indica que son los restos de Hernán Cortés. Pero así, el cuerpo como tal no lo puedes ver”, indica la recepcionista del hospital a EL UNIVERSAL cuando preguntamos dónde podíamos encontrar los restos del conquistador. Usa el uniforme blanco de las enfermeras.
No se refiere a la capilla del hospital, sino al Templo de la Inmaculada Concepción y Jesús Nazareno, la construcción original del hospital, la que mandó a edificar Cortés, que se encuentra junto al estacionamiento anexo al edificio. Ahí, otras dos muchachas que parecen ocuparse del recinto religioso comentan que los restos no están ahí.
No obstante, detrás del altar en una de las paredes izquierdas hay una placa escarlata con los bordes dorados al igual que su nombre: Hernán Cortés; además del año de su nacimiento (1485) y el año de su muerte (1547).

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