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El PRI y su alter ego

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La contienda electoral que se avecina es tan simple como la de alguien que se mira en el espejo. Cada rasgo, cada gesto, sólo cambia en relación con la posición respecto a la fuente de luz. A cada sonrisa, le corresponde otra sonrisa.

 

“Juventud divino tesoro, te vas para no volver…” Añoranza es quizá lo que sienten los principales promotores del frente amplio opositor, la mayoría de ellos formados y promovidos bajo los principios rectores del priísmo. Partido dónde a querer o no fueron decantándose sus respectiva carreras como profesionales de la política, pero también con el que se han confrontado de manera abierta y soterrada por diversos motivos.

Los más destacados son, sin duda, José Guadarrama y Gerardo Sosa. Ambos con buena estrella en los entretelones del poder, pero también perdedores de las contiendas internas para las elecciones de 1999 y 2005, respectivamente. El partido les dio todo, excepto cumplirles su máxima aspiración: gobernar la entidad.

Pero no cejan en su búsqueda. Contendientes antes (Sosa apoyó la candidatura de Nuñez Soto vs. Guadarrama), ahora se les ve tomándose una foto para la posteridad. Apuestan su capital político en un último intento, capitalizable al menos en posiciones de menor importancia a la soñada. “Lo que no fue, no será…” o no lo será de la misma manera a pesar de su colmillo largo y retorcido.

La contienda electoral que se avecina es tan simple como la de alguien que se mira en el espejo. Cada rasgo, cada gesto, sólo cambia en relación con la posición respecto a la fuente de luz. A cada sonrisa, le corresponde otra sonrisa. A cada guiño, un guiño igual. Y si se frunce el ceño, como respuesta el ceño de enfrente igualmente se fruncirá. Y así, una y otra vez, hasta el telón final.

“Te pareces tanto a mí, que no puedes engañarme…” Ases en la manga simplemente no hay. Los movimientos de prestidigitación, de tan conocidos, son impensables. Aunque ciertamente pueden tirar los dados, entre gitanos no se leen la mano y la elección que viene no es un juego de azar. Por esa misma razón la decisión final en el seno del PRI se ha pospuesto y el consabido mecanismo será la candidatura de unidad.

Si bien puede cobrar mayor notoriedad, habrá que tomar nota que la alianza opositora no necesariamente habrá de ser “de jure” como estipula la legislación electoral. Tampoco en forma obligada estará compuesta por quienes aparecen en la foto. Entre ellos, desde luego, tampoco habrá concesiones. El verdadero resultado lo conoceremos hasta que se den a conocer los resultados electorales de manera oficial. Entonces y sólo entonces sabremos cómo el PRI y su alter ego se habrán repartido el pastel. Es decir, lo mismo que antaño, pero más colorido.

“Sin ti, nada soy…” No podemos obviar la manera en que históricamente se han constituido los poderes fácticos en nuestra entidad, ni la forma en que sus múltiples intereses se movilizan. El único desencuentro posible entre el PRI y su alter ego es que el espejo en que mutuamente se miran, finalmente se resquebraje debido a un cisma interno. Éste no se produjo en 1999, cuando Jesús Murillo dejó el gobierno estatal en forma anticipada. Mucho menos en 2005, cuando a lo sumo fuimos testigos de un gran berrinche. Aún menos probable es que se presente en 2016.