La Monarquía, hijos como sucesores, no ha muerto
- Las dinastías políticas y familiares que gobiernan el mundo
La populista Keiko Fujimori recupera el legado de su padre y puede devolver al fujimorismo al poder, si los «anti» no lo impiden. Su padre, Alberto Fujimori, gobernó durante una década (1990-2000) y tras su autogolpe en 1992 fue tildado de dictador. Ahora cumple condena de 25 años de cárcel por crímenes de lesa humanidad y delitos de corrupción.
Los seguidores del estilo Obama deben estar tranquilos. Cuando apenas le quedan unos meses en la Casa Blanca, otro presidente cool norteamericano ha tomado el testigo de su forma de hacer política y acercarse a los ciudadanos. Justin Trudeau, primer ministro de Canadá, es su heredero. Si le piden que explique la computación cuántica, lo hace a la perfección, y si hace falta, practica la posición del pavo real de yoga en plena reunión ejecutiva.
Pero les diferencia algo sustancial: el joven y guapo canadiense es un hijo del poder. Como lo es en Perú Keiko Fujimori, favorita para ganar la segunda vuelta en las elecciones, Uhuru Kenyatta, hijo del «padre fundador de Kenia» (Jomo Kenyatta), o Bashar al Assad en Siria. Canadá y Perú son democracias consolidadas, Kenia, un régimen a medio camino con sus líderes perseguidos por la Corte Penal Internacional, y Siria, un país destrozado por su guerra civil tras casi 40 años de dinastía de los Assad.
Trudeau lidera una de las principales democracias del mundo, la número 7 en el Índice anual de la revista británica «The Economist». Como hijo del poder, nació cuando su padre, Pierre Trudeau, llevaba tres años ostentando el cargo de primer ministro de Canadá (1968-1984). El joven Trudeau ganó clara y limpiamente unas elecciones democráticas y con medidas como la acogida de 25.000 refugiados sirios o su retirada de la coalición internacional ha puesto a la siempre «amable» Canadá, en algunas portadas internacionales.