Ahora, en “La verdad”, refiere el trabajo de dos periodistas sobre la juventud de George W. Bush (como evadió de ir a la guerra de Vietnam moviendo influencias) En ese ocultamiento, acabó con las prestigiosas carreras de dos periodistas. Corría 2004 y no convenía se destapara que el presidente que llevaba a medio mundo a la guerra contra Irak había hecho lo imposible por no participar en el gran trauma bélico de EU
Nueva York– Han pasado casi 40 años desde Todos los hombres del presidente, el clásico de los 70 que recreaba el escándalo Watergate, y ni el cine, ni la política, ni el periodismo ni, por supuesto, Robert Redford, están igual que entonces. Los cuatro han ido enfrentándose en las últimas décadas a una realidad cambiante y a una competencia voraz y, nos guste o no, todos ellos han perdido su lugar preeminente de otras épocas, pese a su loable manera de luchar contra el paso del tiempo. Robert Redford, a sus 79 años no ha cejado en su empeño de protagonizar y dirigir películas, manteniendo, no sin dificultad, el tipo, el pelo y parte de su legendario atractivo.
«Mientras tenga curiosidad, seguiré activo», reconoce en una entrevista.
«Estoy preocupado por el periodismo. Me lo tomo como algo personal porque es un vehículo muy valioso. Siempre he estado involucrado en él y es por eso que es temática de muchas de mis películas, porque creo que es algo vital. Es una fuente para el equilibrio y una necesidad recibir información, pero parece que está continuamente bajo amenaza. Ya estaba en peligro en la época de Todos los hombres del presidente, pero sobrevivió porque tenía el apoyo del periódico y sus directores», explica el actor para empezar a marcar las diferencias entre el papel heroico del cuarto poder en la época del Watergate y el caso más ruborizante que nos ocupa en La verdad, la película que ahora estrena. Que se refiere al trabajo de dos periodistas sobre la juventud de George W. Bush (que narra, cómo se evadió de ir a la guerra de Vietnam moviendo influencias),
En ese ocultamiento, acabó de un plumazo con las prestigiosas carreras de dos periodistas. Corría el año 2004 y no convenía que se destapara que el presidente que llevaba a todo un país (y a medio mundo) a la guerra Irak había hecho lo imposible por no participar en el gran trauma bélico de EU.
«Carl Bernstein y Bob Woodward [los periodistas que destaparon el caso Watergate] no pasaron por eso. Tenían la lealtad de sus jefes y de los periódicos a los que representaban. Tenían a Kate Graham [directora entonces del Washington Post]. Cuando las corporaciones y la política se unen, crean un bloque demasiado fuerte para el periodismo. Es difícil mantener el periodismo vivo. Esta es una historia triste, pero muy interesante», dice Redford.