El musical de moda, “Sugar”

  •    La puesta tiene producción impecable, dirección detallada, historia correcta, buena música y actuaciones magistrales


No es por intrigar pero… “Sugar” seguramente se convertirá en la comedia musical de moda, en la cartelera teatral de la CDMX. Tiene todos los elementos para engalanar cualquier escenario. Una producción impecable (alianza de Gou, Carrera y Galindo), una dirección detallada (Anahí Allué), la historia correcta (con un libro de Peter Stone, música de Jule Styne y letra de Bob Merrill) y las actuaciones magistrales de Arath de la Torre, Ariel Miramontes y Cassandra Sánchez Navarro.
El teatro y sus estrellas se conocen con detalle, desde las entrañas (los camerinos). Cassandra montó un santuario fotográfico (Su madre Mónica Sánchez Navarro, sus abuelos Fela y Manolo Fábregas —QEPD—), además de una coqueta mesa de dulces y música ochentera a volumen elevado. Ariel exquisito gusto “nouvelle” minimalista, con peluches, terciopelos y sedas, en los cojines de un cheslong color marl, una cajonera (antigua), florero con tulipanes, azucenas y nardos frescos, y fina bata de seda azul.
Arath, posters de Jim Morrison y Al Pacino; altar con veladora, para el espectacular Robert de Niro, así como marcos con las impresiones de pies y manos de sus hijos.
Don Benito Castro con vaporizador, calzador de zapatos de cedro, cafetera de lujo, fotografías familiares y música de boleros. Cada uno en su mundo, concentrados a su manera, cuando escuchan la segunda llamada. La orquesta suena en vivo y con acordes atractivos. El ensamble de primer nivel, lleno de caras conocidas, siluetas que ya se han visto en otros musicales. La escenografía de muy buen gusto y con exquisito detalle de ambientación a la época. Las coreografías activas, creativas y sobre todo muy cuidadas, para conservar el tono del Chicago y Miami (1929). La anécdota es muy sencilla: dos músicos desempleados, accidentalmente presencian un crimen, que los hace huir y ocultarse en una orquesta de señoritas… Las cátedras de experiencia y técnica son propiedad de Cassandra, de perfección insuperable en trazo e interpretación. El gigante de la comedia don Benito. El carisma, magia y debut en musical, a cargo de Arath; un actor con madurez escénica y generosidad histriónica. Ariel es la agradable sorpresa. Se quitó de encima su formación televisiva y no porque le estorbe sino por el gusto de saberse polifacético; Ariel logra la carcajada estratégica y provoca la fantasía en el espectador… En tiempos como el actual, en cualquier ámbito, las alianzas hacen fuerza e integran éxitos. Tina Galindo, Claudio Carrera y Alejandro Gou se unieron por amor al teatro y por el gusto de ofrecer calidad al público para la siguiente función.

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