CINE DE AYER
Dentro de la espléndida retrospectiva Gaumont que se exhibe como complemento de la Exposición en la Cineteca Nacional tuvimos la oportunidad de ver La luz de enfrente de Georges Lacombe, una de las primeras cintas que dio origen al mito de Brigitte Bardot como símbolo sexual.
La parisina nacida el 28 de septiembre de 1934, ya había llamado la atención en pequeños papeles en filmes históricos como Elena de Troya y Si Versalles me contara, pero no es sino a este filme de 1955, que comienza a cimentarse su leyenda, interpretando a una virginal chica que se enamora del rudo camionero Georges Marceau (Raymond Pellegrin), al que le retiran la licencia por un grave accidente en el que perdió la vida su compañero y amigo.
Pese a sus reticencias, la pareja se casa y atienden un bar en la carretera.
Sin embargo, Pietri (Roger Pigaut) el nuevo encargado de la gasolinera se comienza a interesar en la chica despertando los celos del histérico marido.
Sin duda que se trata del filme más famoso de Lacombe (1902-1990) de quien conocíamos Martin Romagnac y La noche es mi reino. El filme guarda reminiscencias con El cartero llama dos veces, pero no se puede negar que ha envejecido y que su mayor atractivo sigue siendo la Bardot, que en una escena se cambia de suéter ante su marido o en otra se lava sensualmente los pies en el lavabo, ante la sorprendida mirada de su vecino.
La Bardot se consolidaría como símbolo sexual con Y Dios creó a la mujer de Roger Vadim y Deshojando la margarita de Marc Allegret.
La lumiere d’en face resulta pues el inicio de un mito del séptimo arte.