El Mercadólogo

El Mercadólogo

De mercadotecnia y amor

Hoy es 14 de febrero, una de esas fechas ubicadas por la mayor parte de la gente, ya que se celebra en muchos países del mundo el Día de San Valentín, también llamado Día de los Enamorados o Día del Amor y la Amistad. Esta es una de las festividades de nuestro calendario que suele agrupar tanto a seguidores como a detractores, me atrevería a decir que en igual cantidad de un bando o de otro.

Por un lado, por supuesto, está la gente que aprovecha este día para hacer un regalo a su pareja. Por el otro, están los que consideran que este día es meramente comercial, que solamente existe para fomentar el consumismo sin sentido. A estos últimos, no los culpo, ya que muchas veces el exceso de decoraciones en las tiendas y centros comerciales desde muchos días previos, los constantes mensajes publicitarios en todos los medios haciendo referencia al tema, y, sobre todo, la presión social que se suele sentir sobre el hecho de tener que hacer algo especial en este día, pueden generar ese sentimiento de rechazo.

Sin embargo, San Valentín no es la única conmemoración anual sobre la que la mercadotecnia utiliza sus recursos para generar campañas publicitarias específicas. Cada vez vemos antes las tiendas decoradas de Navidad, cada vez escuchamos cómo algunas marcas se vinculan a la celebración de días que a la mayoría nos resultaban desconocidos, como el Día del Orgullo Friki, o cómo se aprovecha cualquier acontecimiento relevante para vincularlo a una comunicación, como el Super Bowl.

No, la culpa no es de San Valentín, ni de ninguna otra efeméride. Y tampoco de la mercadotecnia. Recordemos que las marcas buscan comunicar, y para que su mensaje sea relevante entre la «selva» de anunciantes que intentan destacar unos sobre otros, utilizar una temática acorde con la actualidad o con las fechas significativas puede ayudar a ganar notoriedad.

Tampoco es culpa del amor, ese sentimiento tan manido y denostado, utilizado hasta la saciedad en las telenovelas y películas. Qué culpa puede tener él de que lo pinten de color de rosa, con corazones, regalos caros, cupidos disparando flechas, cenas a la luz de las velas y finales felices. Pobre del amor, que se tenga que ver relegado a clichés.

Supongo que el rechazo viene, por un lado, por querer encasillar al amor a un solo día al año, teniendo que hacer un despliegue de recursos el 14 de febrero, y dejándolo olvidado en un rincón el resto del año. Tal vez, más que celebrarlo, tendríamos que conmemorarlo, como hacemos con el Día de las Enfermedades Mentales, o el Día de la Mujer, que, en lugar de ser días de fiesta, son días que buscan visibilizar una problemática en la sociedad, para sensibilizarnos e intentar cambiar nuestra actitud ante ellos.

Por otro lado, está el problema de creer que solo existe un amor, y solo una manera de demostrarlo. Porque el amor es, efectivamente, el que sentimos por nuestra pareja, los que tenemos la suerte de tenerla. Pero también existe el amor hacia nuestros padres, nuestros hermanos, tíos, sobrinos, primos y demás vínculos familiares. También sentimos amor hacia nuestros amigos, vecinos. ¡Hasta por nuestras mascotas! Y no podemos olvidarnos del amor hacia nuestro trabajo, aunque a veces nos parezca una relación de amor-odio.

El amor se demuestra de mil maneras: no solo con chocolates, regalos o cenas. Lo demostramos cada vez que pensamos en las necesidades de la otra persona y hacemos algo para facilitarle la vida, aunque sea un poquito. Cada vez que nos preocupamos por alguien. Cuando, de la nada, le mandamos un mensaje a un amigo al que no vemos hace tiempo, solo para saber cómo está. Cuando dedicamos tiempo a los cuidados de los que lo necesitan. Hasta cuando organizamos el cumpleaños de un compañero de trabajo.

El amor es el motor que mueve el mundo.

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