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EL MERCADÓLOGO

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EL MERCADÓLOGO

De clásicos y novedades

«La juventud de hoy ama el lujo. Es mal educada, desprecia la autoridad, no respeta a sus mayores, y chismea mientras debería trabajar. Los jóvenes ya no se ponen de pie cuando los mayores entran al cuarto. Contradicen a sus padres, fanfarronean en la sociedad, devoran en la mesa los postres, cruzan las piernas y tiranizan a sus maestros».

Esta frase bien podría ser pronunciada, tal vez con palabras distintas, por cualquier persona mayor de sesenta años, refiriéndose a los jóvenes de la actualidad. Pero no, en realidad corresponde a Séneca, un filósofo de la antigua Roma que vivió entre los años 50 y 65 d.C. Con esto, queda comprobado que las quejas de los adultos hacia las generaciones posteriores ha sido una constante en nuestra historia.

En la actualidad, parece que está de moda en las redes sociales, cuyos usuarios se sitúan en la franja de 45 a 65 años, quejarse sobre las modas actuales. La música, la forma de vestir, el exceso de uso de pantallas, la afición a los videojuegos, ya sea como participante o como espectador, el uso de «memes» en cualquier situación, o la manera de perder el tiempo en su rutina diaria, todo es motivo de queja y añoranza de tiempos anteriores, que por supuesto, fueron mejores.

Como bien decía La maldita vecindad y los hijos del quinto patio en su famosa canción «Pachuco», antes de criticar a la juventud, tendríamos que hacer el ejercicio de recordar cómo éramos cuando teníamos su edad. No, tal vez no veíamos partidas de e-games por Twitch, pero hacíamos fila en las maquinitas de la tiendita esperando nuestro turno para jugar. Y mientras llegaba, ¿qué hacíamos? Efectivamente: ver a los demás jugar. Los que éramos poco hábiles, pasábamos más tiempo mirando que jugando. Exactamente lo mismo que ahora. Así como este ejemplo, muchas de las actitudes que criticamos en los jóvenes, de una forma u otra, también las hemos hecho, o a veces seguimos haciéndolas. Porque me van a decir que hay mucha diferencia entre ver partidas de e-games y ver partidos de fútbol todo el fin de semana, sin haber dado una patada a un balón en los últimos veinte años.

Sin embargo, esta nostalgia por tiempos pasados, que hace que recordemos todo mejor, ha sido explotada de manera magistral por diferentes firmas comerciales. Para comprobarlo, no hace falta más que echar un ojo a los estrenos cinematográficos de los últimos años. Esta industria ha encontrado un filón en los que fuimos jóvenes durante los años ochenta, noventa y poco a poco ha incluido los años dos mil, retomando los títulos más populares de esas décadas. Muchos de esos remakes no llegan al nivel de las entregas anteriores, o en otros casos son burdas copias de las versiones anteriores, pero eso no imposibilita que la recaudación en taquilla sea millonaria.

La ansiada juventud eterna nos hace querer aferrarnos a nuestros, en teoría, mejores años, y cualquier cosa que nos recuerde esos momentos pasados, será un gancho comercial efectivo para que pasemos por caja. Aún a pesar de descubrir que los actores y actrices, que eran los protagonistas, ahora tienen el rol de padres o abuelos. Pero no importa, porque, aunque nos recuerden que también nosotros nos hemos vuelto mayores, también nos alimentan esa añoranza por nuestros años de adolescencia y juventud.

Mientras tanto, apretamos los puños al aire y nos quejamos de todas las novedades del mundo. Ese mundo que, poco a poco, nos va adelantando y dejando atrás como referentes de la vanguardia. Y comenzamos a preguntar a los miembros de menor edad de nuestra familia cómo se maneja el teléfono celular, recordando para nuestros adentros que éramos capaces de programar una videocasetera bajo la mirada de nuestros padres.