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El Mercadólogo

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De fiestas y consumo

Ya se acercan las fiestas navideñas. Lo podemos constatar, por supuesto, en la gran cantidad de comercios que han colocado la decoración acorde a estas fechas. También nos ayudan a recordarlo, por si acaso en algún momento del día lo olvidamos, los diferentes medios publicitarios con los que tenemos contacto en el día a día. 

Como es normal en esta época, el consumo tiene un incremento bastante importante: no solo en la compra de regalos, también en el sector hostelero, gracias a las cenas y comidas de navidad. Es una temporada en la que muchos comerciantes ven «rescatado» su año, en caso de arrastrar malos resultados. Además, para poder prepararnos, tenemos como fase previa el «Buen Fin», en el que podemos aprovechar algunas «ofertas».

Debido a las circunstancias pandémicas que estamos viviendo en los últimos meses, ya hace casi dos años, muchos de los pequeños comercios han tenido que cerrar definitivamente. Las restricciones de aforo, la necesidad de realizar una fuerte inversión para adaptar sus locales a las medidas de seguridad obligatorias, el miedo (con razón) de la gente a tener contacto social, la incertidumbre respecto al futuro y el problema actual de abastecimiento de suministros, han hecho que la situación económica se vuelva cada vez más complicada, y que muchos pequeños empresarios que no contaban con un respaldo financiero amplio hayan tenido que buscar nuevas alternativas. Recordemos que detrás de cada pequeño empresario hay una familia que depende de su ingreso para subsistir.

Por supuesto, todos estos factores también han afectado a las grandes empresas, aunque de maneras diferentes. Muchas de estas transnacionales han tenido que cerrar franquicias, reducir costos, despedir empleados, frenar su expansión a nuevos mercados, reducir su inversión publicitaria, lo cual impacta directamente en sus ingresos, o incluso, en algunos casos, buscar una forma de reinventarse ante la imposibilidad de mantener su modelo de negocio.

En ambos casos, tanto los grandes como los pequeños comercios, esperan con ansia los próximos días. Seguramente, dependiendo de lo que suceda en las siguientes semanas, tomarán una serie de decisiones que marcarán el futuro de sus empresas. Algunos podrán mantener sus operaciones, incluso mirar al 2022 con otra perspectiva. Otros, tendrán que ajustarse el cinturón un poco más de lo que ya lo han hecho si quieren mantenerse en activo. Y muchos más tendrán que hacer bien sus cuentas, ya que, si mantienen los números rojos, tendrán que buscar otros campos.

Todo esto estará marcado por cada una de las decisiones que tomemos nosotros, como consumidores. Evidentemente, el beneficio que se hace a un pequeño comerciante cuando decidimos comprarle uno de sus productos (especialmente, sin regatear) es, cuanto menos, más tangible en el corto plazo que cuando realizamos una compra a una gran empresa. Pero es lógico que, con el ritmo de vida que tenemos, y entendiendo que nuestras finanzas personales tampoco estarán en su mejor momento, a veces nos vemos en la necesidad de recurrir a estos grandes empresarios para obtener un mejor precio o un servicio más práctico.

Sin importar el sitio que elijamos, necesitamos, como sociedad, que se mueva la economía. El miedo al futuro es comprensible, y es muy importante que ese consumo se haga sin poner en riesgo nuestras finanzas personales. Pero también necesitamos salir juntos de esta crisis, y para ello, un pequeño gesto puede significar mucho, para mover toda la maquinaria económica del país.