En estos escasos días del año que transcurre, los mexicanos hemos sido testigos de una marabunta propagandista con colores representativos de todos los Partidos Políticos; sin excepción alguna -pues cuando se trata de buscar el voto no importa al candidato los caminos que tenga que recorrer- todos los municipios pronto recibirán a las brigadas de promoción al voto partidista, todos con un solo objetivo: captar el voto ciudadano.
Las baterías ya están siendo cargadas, los cañones pronto estarán apuntando a su objetivo, los candidatos empezarán a disparar en su campo de batalla, y, ¡a prometer se ha dicho!, y entonces dará comienzo la historia de siempre; ellos, los candidatos, ya saben el camino y nosotros lo damos como un valor entendido, recibirlos en las reuniones previamente concertadas, hacerles un sinnúmero de planteamientos, y ellos, a prometer la gestión que desde hace años no hemos visto llegar.
Algunos candidatos, quizá los más experimentados, serán ambiguos en sus compromisos con la finalidad de evadir fácilmente la responsabilidad que representaría un incumplimiento, y por ello, cuando expongan sus proyectos para ganar simpatizantes harán gala de la retórica para prometer sin comprometerse al decir que “en caso de que el voto popular le dé el triunfo, procurará buscar mecanismos para gestionar los apoyos que la comunidad le está solicitando, y será la voz de pueblo que hasta ahora no ha sido escuchada”.
Pero el resultado también ya lo conocemos, llegando al puesto afanosamente buscado, sus “esfuerzos” normalmente se quedan en potencia, en simple procuración de buenos deseos, pues en buena parte de los casos, su incapacidad los pierde y son absorbidos de inmediato por las telarañas de un sistema burocrático que le proporciona privilegios y buena vida, y por lo general, el candidato ganador que en campaña se ensuciaba los tenis nuevos en sus recorridos casa por casa, jamás se vuelve a presentar a las comunidades que le dieron el voto confiando en sus palabras huecas de contenido del discurso de campaña.
Hay otros candidatos que utilizarán otra estrategia de captación de votos, eficiente para el objetivo, pero peor o igualmente criticable que la ambigüedad, pues en su meta de ganar las elecciones, se ponen a prometer hasta lo que conscientemente saben que no van a poder cumplir, pero prometerlo no importa, ya luego se ocuparan por buscar un pretexto para justificar su incumplimiento, o terminarán echándole la culpa a otros, pues ese es el deporte favorito de muchos políticos.
Dentro de ese rubro, escucharemos a candidatos que prometerán “hacer más por la seguridad de las familias”, “otorgar apoyos para medicamentos a quien más lo necesite”, “gestionar la construcción de clínica y hospitales”, “apoyo para los emprendedores”, “aprobar más recursos para programas sociales”, “combatir a las adicciones”, “más solidaridad con los que menos tienen”, “luchar por un empleo digno y estable”, “pugnar por la educación de calidad”, “apoyo para el desarrollo de la ciencia y la tecnología”, “más por los derechos de los trabajadores”, ¡Uff¡ y “recontra Uff”, solo de pensar en lo que pronto escucharemos, ya me cansé; aunque admito que hay algo que me gustaría escuchar: el que durante el ejercicio de sus funciones serán fieles asistentes al recinto del Congreso y leerán lo que en conciencia y no por línea deben votar.
Nuestro sistema político ya está peligrosamente agotado, la prueba está en que cada palabra que sale de algún funcionario público ya se escucha con una enorme desconfianza, y más cuando vemos que lo único que se esperan son aplausos y no reclamos legítimos.
De ahí que ya no servirá la estrategia de algunos candidatos que para suplir sus deficiencias personales, políticas y sobre todo, su ausencia de planes de trabajo, tratarán de hacerse los mártires de la política, denunciando que son objeto de persecución política, que han sido objeto de calumnias a ellos que solo luchan por el bien de todos, de los más necesitados, pero que resistirán estoicamente su dolor pues la población los necesita como sus guías para lograr mejores tiempos de esperanza y llegarán al poder por la fuerza del pueblo; escucharemos a la demagogia en su máxima expresión.
Señores candidatos, los ciudadanos no queremos campañas de promesas, tampoco queremos campañas llenas de guerra sucia o fuego amigo; no buscamos que nos digan que estamos jodidos, eso lo sabemos y nos damos cuenta de ello todas las mañanas y lo sufrimos todas las noches; lo que los ciudadanos queremos son proyectos viables y no atole con el dedo; no nos engañen con castillos en el aire, el horno no está para bollos.
Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.
Miguel:. Rosales:. Pérez:.