“EL GRILLO” *

Todos los lunes eran un verdadero tormento para nosotros los mineros, recuerdo que cuando entrabas a la mina, se sentía un vapor húmedo maloliente a dinamita quemada, era tan penetrante que nos producía un fuerte dolor de cabeza, lo caliente de la mina, y luego la pinche cruda hacían que el minero se arrepintiera de haber chupado.

Un día que nos habíamos ido de parranda varios cuates del contrato, llegamos al laborío a 480 metros de profundidad, de ahí nos llevaba un motor a la mina de Santa Ana, después, teníamos que caminar kilómetros, y subir 70 metros de escaleras, me senté un rato a descansar junto a mi amigo “El Grillo” que cada rato se limpiaba el sudor con su franela, y arqueaba como perro cuando se le atora un hueso, y me dijo:

  • Uff, ¡que pinche cuete agarramos ayer, domingo! Me cae que de chiripada estoy vivo.
  • Yo tampoco supe cómo llegué a mi casa, ¡mira qué chipote traigo en la cabeza! Ha de haber sido que choqué con un poste o alguna pared, dice mi vieja que me puse necio.
  • Siempre te pones necio en la madrugada.
  • No mames.
  • Ya me tomé un bote de agua y no se me quita la sed.
  • ¿A qué hora llegaste a tu casa?
  • Sepa la chingada, le di de madrazos a mi vieja, en la mañana que me vine, estaba trompuda, ni me peló. Me aventó los tacos y cerró la puerta.

En esos momentos llegó el encargado y nos dijo:

  • Órale cabrones, ¡a trabajar! Ayer como reyes y ahora como güeyes.
  • ¡Que trabajen los burros!
  • Tú “Grillo”, te subes al chiflón, de ayudante con el “Chocolate”, tú “Gato Seco” y el “Loco”, se van a jalar conchas de la alcancía poniente.
  • Pero el “loco” y yo, no vamos a poder vaciar las conchas, necesitamos a alguien que nos ayude.
  • Eso a mí no me importa, si no quieren trabajar, los reporto con el sotaminero, para que los mande a ver a su madre. Tienen que llenar 60 conchas, y no se van a ir hasta que terminen.

Sin hacerle caso, seguimos sentados y llegó con nosotros el “Loco” y el “Chocolate”, que también estaba súper crudos, nos dijo el “Grillo”:

  • Les voy a hacer una pregunta, pero no se vayan a ofender, yo traía mil 600 pesos, que eran para pagar mi renta, y amanecí sin nada. Pensé que mi vieja me los había robado, para que me dijera la verdad le apreté el gañote, y le di de madrazos, se desmayó y no me soltó la sopa, eso quiere decir, que no los agarró.

Le dijo el “loco”:

  • No te hagas pendejo, los jugaste, ¿verdad gato?
  • ¿A poco no te acuerdas? Estuviste jugando chilitos con el Jarocho con los dados del cubilete, a cada rato te ganaba, luego llegó el pinche sotaminero Ramón Jaén y te fuiste con él, de barbero, ya mero lo besabas, le compraste un cartón de cervezas, y entre los dos se lo chingaron, luego le disparaste unas cubas, que hasta se fue muy borracho el güey. ¿A poco no recuerdas que te la mentó el “Pelón”? Te retó a los madrazos, te pasaste muy de madre, al aventarle un madrazo que se te doblan las patas, y que te vas de hocico, por eso pareces oso hormiguero; pinche “Pelón”, se puso en guardia, y te aventó un campanazo, que si no te agachas, te hubiera noqueado, nosotros lo sacamos a empujones.
  • No me acuerdo de nada, ahora, ¿cómo le voy a hacer? Me dijo el dueño de la casa que si no le pago, me va a echar mis cosas a la calle, préstenme una lana.
  • Yo no tengo, ¿tú, gato?
  • Tampoco, lo que tenía me lo gasté, como no le dí dinero a mi vieja, me mandó sin tragar. Me dijo que cuando saliera de la mina y llegara a la casa, íbamos a hacer cuentas. Ya vamos a trabajar, si no va a venir el encargado y nos puede reportar con el capitán, ya sabes que ese güey nos tiene apuntados en su lista negra.

Donde iba a trabajar el “Grillo”, con el “Chocolate”, era un chiflón de comunicación, tenía que subirse a poner unas trancas, a una altura de 20 metros. Como no había reatas, se tenía que subir escalando, como la roca estaba mojada, yo creo que ni el mejor alpinista podría subir. Le dijo el “Chocolate” al encargado:

  • Le habías de decir al contratista que mande unos trabajadores para que pongan una escalera para subir, esto está muy resbaloso. O súbete tú, no es lo mismo ver que oler.
  • Le voy a decir, pero no va a querer, no hay gente, y se tienen que poner a huevo.

Al poco rato llegó el encargado y nos dijo:

  • No quiso el güey, dice que no vinieron sus ayudantes, busquen la forma de subir, yo ya me voy.
  • Yo me subo, para que no estén de pinches chillones.
  • No mames, pinche “Grillo”, te vas a dar en la madre. Si “El Gato Seco” que es alpinista, no quiso.

El Grillo se persignó y comenzó a subir, escalando las paredes del chiflón, abría las patas y pujaba, cuando el chiflón se cerraba, lo escalaba poniendo la espalda en una pared y las patas en otra. Llevaba como 10 metros, cuando vimos que no podía ni subir ni bajar.

  • ¡En la madre! Ya no puedo. 
  • Te lo dijimos, pendejo, trata de bajar poco a poco.
  • No puedo, no puedo, ¡Ay! ¡Ay, me duele mucho!

Que se viene de chingadazo, al caer sonó como bote viejo, ante la mirada del “Loco”, el “Chocolate” y yo. 

Lo levantamos y gritaba como chivo, tenía una pata quebrada.

  • ¿Ya ves, pendejo? Por sentirte muy macho. Para escalar se necesita escuela. ¿Cómo lo bajamos, “Gato” ?
  • Ahorita lo cargamos en los hombros, lo llegando al tiro donde están las escaleras, lo amarramos y lo vamos bajando poco a poco.

Así lo hicimos, lo amarramos con un lazo, dándole vueltas en todo el cuerpo.

Poco a poco lo íbamos bajando, soltando la reata que tenía amarrada en la cintura. 

¡Ay¡ Por favor no me muevan, que me duele mucho mi pata.

¡Cállate, pinche necio!

Llegaron los compañeros de seguridad, en el motor, y se lo llevaron a la superficie, de ahí lo trasladaron al Hospital de la compañía, cuando iba en la camilla me dijo:

  • Por favor  “Gatito”, por tu santa madre, dile al dueño de la casa, que me espere, y cuando salga le pago la renta.
  • Voy a decirle, pero el viejo se va a poner al brinco, ya lo conozco de cabo a rabo.
  • Le dices que estás cumpliendo la promesa de un moribundo.

Saliendo de la mina fui a cumplir lo que me dijo Pancho “El Grillo”, no fuera a ser que sí muriera y me viniera a jalar de las patas, pero a don Pepe, el dueño de la vecindad, cuando le dije lo que me había pedido el “Grillo”, parece que le picaron la cola, y me contestó:

  • Eso de que se haya lastimado en la mina, me vale madre, ya me debe varios meses, y siempre me ve la cara de su pendejo, me dice que para la otra y la otra, y nunca me paga, pero esta vez voy a actuar con un licenciado.

Cuando salió el “Grillo” del hospital, le prestaron unas muletas, y poco a poco llegó a su casa; se llevó la sorpresa de su vida: sus cosas estaban amontonadas afuera en la calle, lo lanzaron por no pagar la renta, buscó a su vieja y no la encontró. Le dejó una carta, en la que básicamente le mentaba la madre por borracho. Se quedó solo, sin casa, sin mujer, sin hijos, y esa fue su perdición. Se volvió teporocho y diario estaba tirado en el Jardín Constitución, andaba en el “escuadrón de la muerte”, queriendo morirse, pero todavía no le tocaba.

Un día lo fuimos a buscar, para sacarlo del vicio, nos costó trabajo encontrarlo, anduvimos en varios lugares, y fuimos a ver a su jefa, que vivía en el barrio de El Mosco, y nos dijo:

  • Pobre de mi hijo, se tiró a la perdición, anda como Gabino Barrera, no entiende razones, tirado en la borrachera, es más terco que una mula; por las moscas, lo fui a buscar, y anda con los teporochos del Jardín Constitución, que está enfrente del mercado Primero de Mayo. Por las moscas, ya le eche su bendición.

Fuimos y lo encontramos echándose sus tragos de canela con alcohol del 99. Al vernos, fue a alcanzarnos:

  • ¡Qué bueno que vienen! Échenme la mano con un pisto.
  • Ya deja de tomar, venimos para llevarte con los Alcohólicos Anónimos.
  • Ya déjenme de echar truenos y denme para seguir mi vida, ya toqué fondo. Ya no hay remedio.
  • Está bien, te vamos a comprar una botella, y que Dios te acompañe.
  • Más vale solo…

Lo dejamos y se quedó sentado como chango, empinándose la botella. Y esta es la historia de Pancho “El Grillo”.

*Las ideas expresadas en este trabajo son exclusivas del autor y no reflejan necesariamente la opinión de Diario Plaza Juárez 

 

Related posts