El Felipe III perdido de Velázquez ya cuelga en el Prado

El único boceto del artista en poder del museo proviene de una donación

El boceto del retrato de Felipe III, trozo de un trabajo preparatorio de Velázquez donado en diciembre por un benefactor estadounidense, ya cuelga en las salas del Museo del Prado. Pintado en 1627 para La expulsión de los moriscos, pintura desaparecida durante el incendio del Alcázar de Madrid en 1734, llega a Madrid, con su modesto tamaño (62,6 por 52,9 centímetros), gracias a la obstinación y generosidad de William B. Jordan (Nashville, Tennessee, 1940), que donó la obra a través de la American Friends of the Prado Museum, entidad sin ánimo de lucro consagrada a difundir y beneficiar al museo español.
El boceto, limpio y restaurado, protagoniza una pequeña exposición en la antesala de la galería principal del edificio Villanueva. La obra se exhibe frente a Felipe II ofreciendo al cielo al infante don Fernando, de Tiziano, que también ha sido restaurada en los talleres del museo con patrocinio de Iberdrola. Esta obra colgaba en el mismo espacio del Alcázar que La expulsión de los moriscos, de Velázquez; era lo que se conoce como su pendant, su pareja artística. En octubre, el boceto pasará a la colección permanente en las salas que el museo dedica al pintor de Las Meninas.
“Tenemos la mejor colección de Velázquez del mundo, pero curiosamente, no teníamos ningún boceto”, explicaba con satisfacción el director del museo Miguel Falomir. “De La expulsión de los moriscos solo quedan las descripciones que demuestran que el protagonista era Felipe III, que se encontraba de pie junto a una alegoría de España y apuntando hacia la expulsión de los moriscos. Era una laguna importante que así queda llenada”.
El boceto se expone acompañado de otros dos retratos de Velázquez —El Infante Don Carlos (1626-1627) y Felipe IV (1626-1628)— y de Felipe III con armadura (1617), de Pedro Antonio Vidal. Javier Portús, conservador jefe del Departamento de Pintura Española, explica que con esta selección de obras se intenta detallar al visitante cómo y por qué han concluido que se trata de un boceto del artista sevillano. Portús recuerda que Velázquez (que ingresó en la corte de la mano de Felipe IV) no llegó a conocer a Felipe III, muerto en 1621. Para hacerse una idea de su fisonomía acudió a retratos ajenos. Este lienzo sería el ensayo previo que permitió al pintor fijar una imagen del monarca. “Esto justifica su carácter abocetado, que habla de él como instrumento de trabajo antes que como pintura con finalidad en sí misma”.
William B. Jordan aseguró que la presentación de la donación marca uno de los momentos más felices de su vida y el mejor final posible para una aventura que empezó en Londres, en 1988, cuando cayó en sus manos un catálogo de subastas, en el que el trozo de cuadro le recordó a su admirado Velázquez.

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