El Faro

El Faro

Reyes

Según la tradición, unos magos recibieron una señal extraordinaria desde el cielo para que se pusieran en camino y acudieran a una cita a ciegas con un personaje desconocido. Sin dilación se pusieron en marcha y emprendieron jornadas de viaje para encontrar la meta que esperaban con ilusión. 

Antes de comenzar su periplo, se aseguraron, cada uno por su cuenta, de tener en sus manos algún regalo relevante para el gran personaje con el que iban a tener contacto. De forma individual obtuvieron oro, incienso y mirra. No todos los regalos eran de igual categoría, pero juntos resultaron idóneos para la ocasión. Los tres integraron una caravana para apoyarse durante el viaje y comenzó la aventura.

Salieron de sus tierras, dejaron atrás su comodidad, no llevaron consigo los atributos de su condición, ni por su apariencia podía adivinarse el poder que pudieran tener. De diferentes etnias y apariencias, los unía la misma intención y la curiosidad por conocer al sujeto de tan grandes signos.

La narración referida reúne personas de diferentes orígenes con una única finalidad. La universalidad, convocados de todo el mundo, se pone en marcha para ofrecer regalos a un niño que encuentran recién nacido en un pesebre sencillo en Belén de Judá.

Como en otros muchos relatos que diferentes culturas y tradiciones tienen, éste puede convertirse en un paradigma de comportamiento. Este molde o paradigma puede ser útil para aplicarlo en circunstancias similares en cualquier tiempo.

Para el año 2022 y subsecuentes, algunas de las enseñanzas del relato bíblico pueden ser muy beneficiosas. Sentido comunitario (conformación de caravana para bienestar de todos sus integrantes), gratuidad (reunión de dones para agasajar al señalado) y universalidad (orígenes diversos de los magos) pueden convertirse en señales orientadoras del comportamiento mundial.

No tenemos claro en el mundo que la solución a varios de los problemas más acuciantes de los que nos preocupan, solamente pueden tener una solución comunitaria; únicamente puede resolverse desde una dimensión del nosotros y no individual. El problema ecológico, de la pobreza, de la salud, entre otros, son retos que nos ocupan a todos los humanos. 

Ser capaces de generosidad, de preocuparnos más en dar que en recibir, de salir de la dimensión egocéntrica, de ser conscientes de los deberes junto con los derechos y de valorar lo que el encuentro con la “in-utilidad” nos ofrece, pueden acercarnos a todos a una visión más profunda de la realidad.

Por último, pero no menos importante, aparece la importancia de la diversidad y de la diferencia. Todos juntos y distintos podemos caminar armónicamente buscando una meta común que nos ilusione a todos. 

Quizá aún estemos a tiempo de echar la carta a los reyes y pedirles estos tres dones. Pongámonos en camino.