
Desaparición: paradigma del crimen perfecto
Del 15 de noviembre hasta el día 26 del mismo mes, el Comité contra la desaparición forzada de las Naciones Unidas, realizó una visita histórica por todo el territorio mexicano. Es histórica porque hacía ya varios años que Naciones Unidas solicitó este viaje en varias ocasiones y en todas ellas las autoridades máximas de nuestra nación las rechazaron. Por fin se autorizó. Los ojos y los oídos internacionales pudieron ver y escuchar de primera manos testimonios de asociaciones de víctimas y autoridades… En definitiva, tocaron y pusieron rostros y nombres a situaciones que desde décadas atrás ya conocían de manera anónima y abstracta.
De este tema ya hemos hablado en otras columnas de esta sección. De la necesidad de la ventilación y ayuda internacional, también. Parece que es un paso positivo que la visita se haya concluido. La presidenta de esta comisión pudo recabar la suficiente información como para constatar que es dolorosamente real la “situación generalizada de desapariciones” que vivimos. Las cifras oficiales refieren más de 95 mil desaparecidos desde 1964. Sabemos todos que la realidad supera las cifras. Aunque ha habido avances legales y protocolarios, la realidad continúa con su inercia. En las dos semanas en que ellos estuvieron en México se reportaron más de una centena de desapariciones. No es algo del pasado, es lo que sigue sucediendo.
Ha habido también avances en protocolos de reconocimientos de cadáveres. Sin embargo, el Servicio Mexicano Forense (SEMEFO) tiene más de 52 mil cuerpos anónimos que saturan su sistema y no da abasto para más recepción de cuerpos y su posterior identificación.
Los avances que el comité constata, se ensombrecen con la inercia pesada de la misma realidad desde años atrás. El ambiente general es de “impunidad y revictimización”. Ya hemos mencionado en otras columnas que los ciudadanos no perdemos el tiempo en denunciar por considerarlo inútil. Quienes se animan a hacerlo, cosechan en más de un 95% de los casos un proceso inacabable, violento, desgastante, caro y que no tiene final.
En definitiva, el problema de las desapariciones es “un problema de todos”. De las víctimas, de sus familias, de la sociedad entera. La pasividad de las autoridades en encontrar los restos de los desaparecidos, la cooperación de cuerpos del estado en las mismas desapariciones hace que el “todos” se extienda hasta los organismos que deberían cuidarnos y defendernos. Si a todos estos factores le añadimos el de “violencia generalizada” tenemos partes esenciales que explican la realidad en que vivimos.
El comunicado de fin de visita del Comité es quien menciona la frase que encabeza esta columna. La intención de los nazis con el exterminio de los judíos era desaparecerlos y que no quedara testimonio alguno. No lo lograron. En México estamos viviendo el “paradigma del crimen perfecto”: se desaparece a las personas con total impunidad y no se permite encontrar sus restos ni mantener la memoria de sus vidas. Desaparecieron y ya no existen ni en el recuerdo: crimen perfecto. Ya hubiera querido Hitler llegar a esta perfección cuando planeó sus campos de exterminio y la solución final. Suena duro, pero siempre es más benigno verlo así, que la propia realidad descarnada que se vive.