El Faro

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Vientos del pueblo

Semanas atrás hablábamos de la presencia del representante máximo del partido político de derecha extrema español llamado Vox. Ahora aprovecharemos este espacio para comentar la presencia del presidente cubano en México durante las fiestas patrias. 

Miguel Díaz-Canel preside el gobierno cubano desde 2019. La elección no se basó en una elección democrática representativa. Fue el resultado de una selección “digital”, a dedo, por parte del Raúl Castro, quien a su vez heredó el puesto en 2008 de su hermano el archiconocido comandante Fidel Castro. La icónica revolución cubana se institucionalizó desde sus orígenes en el Partido Comunista de Cuba. Fue un fenómeno esencialmente semejante a la institucionalización de la revolución mexicana en el Partido Revolucionario Institucional (PRI).

En el contexto de la VI cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) que se realizó el pasado 18 de septiembre, el líder cubano fue invitado al tradicional desfile militar del 16 de septiembre. Fue uno de los oradores, aún no siendo una persona nacida en suelo mexicano. En sus palabras, además de los agradecimientos prescriptivos, remarcó la dureza del bloqueo imperialista estadounidense contra Cuba.

Desde oriente, en pocas semanas, vientos diferentes nos han traído a un representante de la derecha más dura contra el comunismo y a otro, un poco más cercano, representando a la izquierda comunista contra el capitalismo imperialista. En ambas situaciones hubo quejas, manifestaciones y desacuerdos profundos. 

En 1979 Jean-François Lyotard escribió La condición posmoderna, intentando descubrir y caracterizar la etapa que en aquellos momentos comenzaba a bosquejarse, la posmodernidad. Una de las características de esta época era la increencia en las ideologías como cuerpos teóricos que proponían dar una explicación completa de la realidad. La caída del muro de Berlín en 1989, confirmaba la caducidad de estas construcciones teóricas. Todo quedaba en manos de la interpretación de cada persona y en la potencia del presente como única dimensión temporal, entre otros factores.

A varias décadas de distancia respecto a lo que acontecía en el último cuarto del siglo pasado, seguimos en la práctica, en casi todos los lugares, confrontándonos entre todos por diferencias de ideas. Se supone que ya todos debemos ser tolerantes, incluyentes y amantes de la paz, pero es cuestión de que salga uno de los temas basados en las ideologías para que se organice la gresca. 

A lo mejor las cosas pueden ser más sencillas si atendemos a las necesidades del pueblo, sin más, de los ciudadanos. Que los vientos del pueblo, poemario que en 1937 Miguel Hernández publicó en mitad de la guerra civil española, sean los únicos que importen y nos guíen, sin fijarnos a la derecha o a la izquierda, en la dirección que nos permita a todos vivir en paz y felices, sin pelearnos. Y a partir de ahí, que cada uno piense lo que desee.