
Vox
La palabra que encabeza el presente es el nombre de un partido político español de reciente creación. Tiene una tendencia de extrema derecha en sus posiciones ideológicas. Su representante más importante estuvo en tierras mexicanas hace unos días. De la mano de un sector de políticos panistas, tuvo unos días para “dejar huella” con sus declaraciones.
El contexto histórico enmarca y da sentido a esta visita. En el año en curso estamos celebrando tres grandes fechas de la historia mexicana. Por un lado, se recuerdan los 700 años de la fundación de México. Se hunde esta narración entre la historia y la leyenda. El águila se posó sobre el nopal para señalar la locación de la ciudad de Tenochtitlan. La segunda de las fechas hace referencia a los 500 años de la caída de la misma ciudad de Tenochtitlan en manos del conquistador Hernán Cortés en asociación con varios otros pueblos que estaban bajo el yugo de los mexicas. Muchos eventos, lugares e historias de la ciudad de México actual siguen haciendo referencia a estos eventos. Por último, también se celebran los 200 años de la conclusión del proceso de independencia. Las últimas fuerzas que quedaban del reino de España salen de la naciente nación mexicana.
Estos hechos por sí mismos, son motivo de numerosas páginas de investigación y diferentes posiciones históricas. A ellos hay que sumarles otras consideraciones actuales como la sostenida solicitud, con todo y carta, por parte de López Obrador a la corona española, de que se pida perdón a las culturas indígenas que sufrieron las consecuencias de la Conquista de América. Además, recientemente, se retiró la estatua de Cristóbal Colón del Paseo de la Reforma para sustituirla por un busto de una mujer indígena en representación de las más débiles de los débiles en la historia de la conquista.
En 1992 se tuvo un intenso debate en toda América Latina sobre la realidad que acompañó al evento de 1492. Se presentaron diferentes perspectivas que dialogaron entre sí. Pasó el tiempo y no se llegó a una conclusión genérica. Los políticos metieron su cuchara, lo mismo que hacen ahora mismo, y emponzoñan la discusión. No se ha dado una discusión seria sobre estos eventos históricos que haya permeado con una intención más o menos objetiva de estos fenómenos que no suelen ser blancos o negros, sino con múltiples tonalidades.
En todo este gran contexto histórico, hay que ubicar la presencia en México de Santiago Abascal para hablar de las bondades que llegaron a este continente a partir de 1492. Se presenta como adalid de la lucha contra el comunismo en la iberosfera, como si estuviéramos en los años cincuentas del siglo pasado. Ataca al presidente de México y resalta la presencia de una derecha trasnochada que aún tiene su cobijo en nuestro país hasta nuestros días, heredera del sinarquismo ya pasado.
México necesita congraciarse con su historia, sin polarizar en buenos y malos a los actores de los principales eventos. Entre otros, lo acontecido en siglo XV y su relación con los conquistadores. Los gachupines siguen viéndose con una mezcla de rechazo y de admiración, ambos exagerados y sin sentido. Más allá de los intereses políticos hace falta una labor de investigación, educación y reconocimiento de los matices de la propia historia. Las intervenciones políticas de un lado y del otro del Atlántico vienen sobrando y no abonan para nada en la construcción de una nueva identidad nacional revisada tan necesaria.