El Faro

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Resurrección

Jesús Ignacio Panedas Galindo

En esta semana pasada, una parte de la humanidad ha estado celebrando de una manera u otra la narración, cuando menos, de la historia de un personaje de hace más de 2000 años. Unos desde el espíritu de fe reviviendo simbólicamente la pasión y resurrección de Jesucristo. Otros desde la oportunidad de disfrutar de unos días de asueto y de convivir con algunos miembros de su familia.

En cualquiera de los dos casos, el de la fe y el del tiempo gratuito para los seres queridos, se abre un tiempo de posibilidad y de novedad. Jesús entra aparentemente aclamado en Jerusalén. Ahí padecerá el sufrimiento, la traición, la soledad y la muerte. Sin embargo, toda su historia adquiere un sentido nuevo a la luz de la resurrección tres días después de su crucifixión. En el segundo de los casos, las familias se reúnen tras vivir en un tiempo que no necesariamente es el suyo: tiempo de trabajo, de tareas, de pendientes, de cuidados para no contagiarse de covid… En tiempo de vacaciones pueden reconstituirse las relaciones de la familia fortaleciendo la armonía entre sus integrantes. Este sí es su tiempo.

En ambos casos, por motivos y rituales diferentes, las familias pueden regenerarse en su dimensión más personal, más profunda, de las heridas que durante el camino vital han podido vulnerarlos.

De igual manera, salvando las diferencias correspondientes, la humanidad se enfrenta a la oportunidad de crear novedades que confieran nuevo sentido a la vida. Estamos muy pendientes de la pandemia, esta realidad en que vivimos nos ha transformado la manera de situarnos en el mundo. Muchas personas muy queridas han fallecido, otras han sufrido. La pasión se ha hecho presente en la vida de innumerables personas en el mundo. Ante esta realidad podemos aprovechar para redirigir el rumbo y encaminar nuestras decisiones hacia oportunidades que como sociedad nos permitan mejorar. Es el camino para pasar de la pasión a la resurrección.

Mas también podemos no darnos por enterados, seguir en las mismas que hasta ahora y esperar que todo se solucione por alguna razón que no nos corresponde. De esta manera nos aseguramos de que la pasión y el dolor permanezcan y de no llegar al disfrute de la resurrección.

Muchos pendientes nos quedan como humanidad. Los que tienen que ver con la agenda 2030, los que nos han sobrevenido con la pandemia, la administración de la vacuna, los atrasos en los pendientes de dignidad que ha habido en la humanidad por la crisis del covid… Podemos quedarnos en el dolor de lo que ha ocurrido, podemos mirar para otro lado como si con nosotros no fueran los problemas o podemos tomarnos de la mano para reorientar nuestras condiciones de vida.

¿En qué posición elegiremos estar?

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