El Faro

Estamos fracasando

A finales de marzo de este año se tomaron medidas porque la pandemia había crecido a niveles peligrosos para la sociedad y para el sistema sanitario del país. Algunos negocios cerrados, todo el sistema educativo que cambió su modalidad a virtualidad, no pocos ciudadanos buscando cómo sobrevivir, los políticos sin hacer gran cosa por ayudar a afrontar la crisis humanitaria y económica…

Desde entonces hasta nuestros días, los números de contagiados y de muertos han ido progresivamente creciendo. Lo lógico es que, ante este aumento en los datos, se hubieran ido tomando decisiones ajustadas para evitar la calamidad. Sin embargo, parece que no está pasando nada, solo el tiempo.

Por poner ejemplos muy recientes y no perdernos en los meses pasados. En este mes se cerraron los panteones en tiempos de difuntos. En este fin de semana tuvimos un puente de Buen Fin. En ambos momentos los centros comerciales tenían sus estacionamientos llenos de visitantes. Los ciudadanos no estaban en sus casas recogidos, la sana distancia brillaba por su ausencia, parecían días normales de fiesta.

En general no hemos modificado las estructuras, no hemos tomado conciencia tampoco de nuestros comportamientos, la vida cotidiana continúa prácticamente igual. Da la impresión de que nos hemos abandonado a la esperanza de que la vacuna está por llegar. Nuevamente la solución mítica y mesiánica de aguardar a que otro me solucione los problemas sin yo mover un dedo.

En estas circunstancias y durante todo este tiempo nos hemos probado como sociedad. Hemos visto cómo actúan las estructuras generales (autoridades federales y estatales, empresarios, comerciantes) y cuál es el compromiso de los ciudadanos (uso de máscaras, confinamiento prudente…). Los números oficiales, y habría mucho que decir de ellos, nos indican que no hemos tenido ni la inteligencia ni la voluntad suficientes como para enfrentar este reto y conseguir una respuesta adecuada.

Siendo así las cosas, podemos preguntarnos qué será de nosotros cuando no tengamos la presión sanitaria y económica por el covid; qué será de nuestro futuro nacional si no somos capaces de modificar nuestras decisiones con la finalidad de no tener tantos contagios, tantas muertes y tantos problemas laborales y económicos; si somos realmente tan solidarios como nos creemos si no podemos organizarnos en ningún nivel social para cuidarnos mejor entre todos.

Da la sensación de que, después de tantos meses de pandemia estamos apostando a mirar a otro lado, a esperar a que no me toque a mí, a no darle importancia a lo que está pasando, a seguir la vida como si nada, a jugar a que nada pasa.

Estamos fracasando todos juntos ante este reto que nos sobrevino y que nos amenaza. Y si no aprendemos con lo que nos está pasando y no nos unimos, no tengo muy claro el motivo futuro por el cual vayamos a hacerlo.