¿Acostumbrados a la precariedad?
En algunos momentos se escucha en público que la situación del covid ha desenmascarado nuestras carencias sociales, también las personales. Las personas constituyen las estructuras y las estructuras educan a las personas. Una preocupación de nuestros días, estando de acuerdo con lo dicho hasta aquí, debiera ser revisar y transformar las estructuras que conforman nuestra sociedad. Puede dar la impresión de existir falta de intención por cambiarlas.
Sabíamos que venía el fatídico virus. No era desconocido para nadie la debilidad de nuestro sistema de salud. Para muchos mexicanos su único asidero a un médico era el Seguro Popular. La llegada del virus nos encontró sin Seguro Popular, intentando entender y estructurar el Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI) y sin medicamentos. La estructura sanitaria permanece con deficiencias agudas.
El sistema educativo se ha refugiado en la virtualidad desde el mes de marzo. De cara al comienzo de curso, en agosto, la Secretaría de Educación Pública anuncia por petición del presidente que las clases se inician a distancia con el apoyo de la televisión. Resultó que el monopolio de la infraestructura de internet no alcanza una cobertura adecuada. Se recurrió, entre otros, al duopolio televisivo para la emisión de contenidos. La infraestructura de internet sigue en el mismo estado en que la tiene TELMEX y permanecemos a las órdenes de las dos grandes televisoras privadas.
Durante el tiempo de la pandemia se anuncia la reforma a las pensiones con un acuerdo trilateral: gobierno, afores y empresarios. Los beneficiarios serán los que hayan cotizado pocas semanas trabajando en la formalidad. El grueso de nuestra economía se desarrolla en la informalidad. Para ellos no hay solución de ningún tipo. Cuando se anuncian noticias de que repunta la actividad laboral, se refieren sobre todo a la actividad informal. La estructura laboral mexicana sigue en las mismas condiciones que tienen como consecuencia la desprotección de los trabajadores y la falta de una vida digna tras la jubilación.
Una aspiración casi atemporal del mexicano es a tener un sistema jurídico eficiente. El caso Lozoya nos habla de falta de transparencia, de beneficios increíbles para el confeso en delitos, de filtraciones de videos anónimos en los medios de comunicación que muestran groseros manejos de dinero efectivo, en el control de la prensa. El sistema judicial se mantiene perdido en un mar de presiones, necesidades políticas e intereses particulares.
Tanto la salud, como los medios de comunicación, como el bienestar de los ciudadanos mayores, como la justicia, como…, son partes esenciales de las infraestructuras nacionales que no están funcionando. O las cambiamos a ellas o nadie cambia de ninguna manera. Si no nos lo planteamos y somos observadores de la realidad podremos responder a la pregunta del encabezado: ni modo… estamos acostumbrados a la precariedad. Así somos.