Home Orbe El fantasma vuelve a recorrer Europa

El fantasma vuelve a recorrer Europa

0

Resurge el nacional-populismo
●    El nacional populismo se ha fortalecido en la última década debido a la corrupción política, la crisis económica y los refugiados

La apelación emocional libra de explicaciones concretas y complejas, y, en consecuencia, de posibles contradicciones e imposibilidades. Las emociones llenaron la identidad de los europeos una vez que se extendió el consenso socialdemócrata con el omnipresente y casi todopoderoso Estado del Bienestar, con el retroceso de la democracia cristiana, y cuando el liberalismo quedó demonizado. La sentimentalización de la política llega de esta manera a su culminación con el nacional-populismo.
El éxito del Brexit responde al ascenso del nacional-populismo que cruza Europa desde hace una década. A finales del siglo XX era una rareza: grupúsculos que politólogos e historiadores identificaban con la radicalidad o lo estrafalario. Hoy se han convertido en movimientos mayoritarios que marcan la agenda política y el lenguaje.
No sólo ha sido UKIP en Reino Unido, el Frente Nacional francés, o Unidos Podemos, sino que surgen partidos del mismo corte y capacidad de gobernar en Austria y Holanda con el nombre de Partido de la Libertad, en Hungría de Unión Cívica Húngara, en Alemania los de Alternativa, en Suecia los llamados Demócratas, en Finlandia los Verdaderos, en Grecia viven entre el populismo de Syriza y el de ANEL, en Italia vemos las victorias del Movimiento Cinco Estrellas, y en Dinamarca, por cerrar, de los populares.
El populismo es un virus que reside «ab initio» en el organismo de la sociedad política y que, una vez aparecido, lo más habitual es que contagie con sus palabras, modos, agenda y reivindicaciones al resto de actores políticos.
El surgimiento no se produce sólo por la corrupción política, la crisis económica o los refugiados. Esta es la explicación izquierdista. Hay otros factores que explican su ascenso.
Primero tiene que existir el adecuado sustrato ideológico, mental si se quiere, para que las formas del populista tengan éxito. El creciente sentimentalismo de la política –evidente en la campaña de corazones y sonrisas de Podemos en España, por ejemplo-, larvado en la hiperprotectora sociedad del Estado del Bienestar y alimentado por la transformación de lo político en espectáculo mediático, ha generado lo que se puede denominar «democracia sentimental».
Esto ha hecho que el discurso político eficaz sea el que se ocupa en mover las emociones, especialmente el odio, anestesiar el intelecto y la razón, y apelar a propuestas sencillas cargadas de moral que sean confortables para el ciudadano. El populista se mueve en un terreno fácil cuanto más infantilizada y sentimental es la política.