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El fantasma de la recesión sobre la economía estadounidense

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El panorama internacional es incierto y nadie tiene la certitud de lo que pasará en los próximos meses. Los inversionistas están nerviosos y se preguntan cuáles son los riesgos de que se materialice una recesión global; de aquí que cualquier signo que señale la posibilidad de un estancamiento en la economía de alguno de los países desarrollados, los Estados Unidos entre ellos, provocará una ola de especulaciones, suficiente para hundir los mercados financieros.

Lo cierto es que, quien cuestione el crecimiento de la economía mexicana en este año y el próximo, con un entorno adverso, no entiende de la interdependencia de las economías nacionales en el contexto de la globalización. Una encuesta publicada este lunes por la Asociación Nacional de Economistas Empresariales (NABE) de los Estados Unidos, señala que para la mayoría de los 226 economistas encuestados anticipan que una recesión de la economía estadounidense no se produciría de inmediato; sólo el 2% de ellos anticipaba una recesión para finales de este año en la encuesta realizada en julio y publicada este lunes, frente al 10% de hace seis meses atrás.

Sin embargo, la mayoría de los encuestados, el 72% de ellos, suponen la entrada en recesión de la economía de los Estados Unidos en los próximos dos años. El 38% de los encuestados esperan que la recesión se produzca en 2020 y el 34% en 2021; de tal forma que poco a poco la especulación sobre una probable recesión se multiplica, en medio de una campaña presidencial por la reelección del presidente Donald Trump, quien muestra el efímero crecimiento de la economía de su país como uno de sus logros.

Hasta ahora, los economistas suponen que la expansión será sostenida, gracias a la reforma fiscal y a al cambio en la política monetaria. El 92% de los encuestados expusieron sus previsiones antes del anuncio del 31 de julio por parte de la Reserva Federal de los Estados Unidos (FED) de recortar en un cuarto de punto su tasa principal de interés; decisión aprobada por el 62% de los encuestados; sin embargo, hay quienes consideran las decisiones de la FED demasiado estimulante, un 25%, y quienes, por el contrario, la califican de restrictiva, un 10%; pero todos están de acuerdo en algo, la FED debe permanecer independiente del ejecutivo.

Este es un tema importante, sobre todo cuando en países como Turquía el presidente ha tomado el control del banco central. El 55% de los economistas consultados tienen una visión negativa sobre las críticas del presidente Donald Trump sobre el presidente de la FED, Jerome Powell, suponiendo que incide en sus decisiones.

Pero lo fundamental en el contexto internacional y en los Estados Unidos, en particular, es que hay unanimidad en que hay una desaceleración en el crecimiento global. El 80% de los economistas consideran que tanto el Banco Central Europeo (BCE), como el Banco de Japón (BOJ), deberían seguir  la misma política del FED y bajar sus tasas de interés en los próximos meses; sin embargo, ahora parece que la posibilidad de concertar las políticas económicas y monetarias es cada vez más difícil, o al menos con los Estados Unidos no será posible, debido a sus políticas proteccionistas y su consigna de “Estados Unidos es primero”, algo que despierta desconfianza en el resto de las naciones, sobre todo porque es quien atiza la guerra comercial y responsable de la desaceleración del comercio mundial.

El panorama internacional parece cada vez más complicado y aunque las negociaciones comerciales actuales con China provocan poco optimismo, hay entre los economistas encuestados, 5%, que aún tienen esperanza de que las dos potencias económicas puedan llegar a un acuerdo comercial integral y poner fin a la guerra comercial.

Pero ese camino no parece realista, en particular cuando Washington anuncia nuevas sanciones arancelarias, luego renuncia a algunas de ellas y acusó a China de manipulación, sembrado desconfianza; mientras que, por otro lado, el presidente Trump aconseja al Reino Unido salir de la Unión Europea sin pagar la factura, es decir, optar por un Brexit duro sin acuerdo.

Todo la anterior no hace sino alimentar el pesimismo y incertidumbre internacional sobre el crecimiento global. De aquí que, hoy más que esperar que mejore el entorno internacional para que la economía mexicana pueda crecer, sería mejor hacer planes internos para garantizar su crecimiento a partir de estimular la demanda interna y la inversión pública.