El eterno juego de juzgar y condenar al vapor

El eterno juego de juzgar y condenar al vapor

RETRATOS HABLADOS

En realidad, nos preocupamos y ocupamos demasiado de lo que puedan o dejen de hacer los hombres y mujeres de poder; y es que, al final de cuentas, ellos son el reflejo de nosotros como sociedad, no pocas veces indolente, carente de todo juicio propio, y con regularidad orientado por lo que se recibe o deja de recibir. Es una relación de conveniencia, y nunca de convencimiento, y he ahí el origen de nuestras situaciones, no de ahora, sino de la historia que hemos construido, a golpe de aciertos y errores.

Gustamos de jugar al todo o nada: al, “todo es una ruina y conmigo empieza la era de bonanza y progreso”. Nos encanta mirar al otrora poderoso, hundido no en la miseria (porque eso simplemente no ocurre), pero sí bajo el escarnio de quienes ayer lo elogiaban como el más gracioso, el más atinado, el más inteligente y hasta el más ocurrente. No hay escenario más claro para observar el drama humano, que el ejercicio de la política, porque es una calca de la vida cotidiana, pero expuesta al público, al que le llaman “el respetable” en los estadios, arenas de box, plazas de toros.

Y “el respetable”, juzga y condena de manera inmediata, sin mediar que, ayer, amaba al que hoy exige lo refundan en la cárcel por ser un miserable corrupto, sinvergüenza, y otros calificativos. Pero también, ese “respetable”, cambia de opinión en apenas unos minutos y decide que perdona con ojos llorosos al malandro, para ahora urgir a que le devuelvan su aureola de santo y paladín de la justicia.

A veces incluso se le olvida al “respetable”, que empujó el encarcelamiento de un personaje, sobre el que pesaba la venganza del hombre en el poder sobre su antecesor, y lo deja años, hasta que un día, alguien se acuerda, corren a liberarlo, pero ya lo encuentran convertido en un esqueleto, al que, por supuesto lo elevan a calidad de “mártir”, y si hay tiempo y buen humor, a beato con aspiración a santo.

Somos nosotros, todos, absolutamente todos, los que damos forma al proceder de los hombres y mujeres de poder, porque les otorgamos plenos poderes para que decidan qué estilo será el que manejen, y descubran si, como la mayoría, serán atrapados por el enervante escenario del que todo puede.

Así que difícilmente podremos achacar todo al que mal se portó, porque responde, aquí sí, a un respetable público que, cierto, se puede equivocar, pero que con bastante regularidad equilibra su vida, al grado que el del poder cree con vehemencia que sí, que tiene el poder en sus manos.

Por eso resultaría importante no agenciarnos tantas preocupaciones por saber si ésta o la otra ganarán la elección de junio, si la sombra del que se va mantiene en sus manos las riendas, porque ser humanos, nos permite observar que, el tiempo, se encarga de regular todo, de cerrar los ciclos y sabiamente llevarse a los que enferman irremediablemente de poder.

Permítase disfrutar de la vida, jugar el juego de los poderes, limitados a un voto por espectador, sin que le preocupe tanto el resultado, sino el proceso, el camino, en que se observan todos los especímenes de la humanidad.

No se preocupe. Siempre estaremos a disgusto, porque no sin algo de envidia, nos preguntaremos qué tiene de sabiduría él, o la que de repente ya representa a miles de ciudadanos como uno, como todos. Pero, lo bueno, ese pensamiento pasa rápido, porque inmediatamente empieza el juego de juzgar y condenar.

Mil gracias, hasta mañana.

Mi Correo: jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico

X: @JavierEPeralta

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