El califato se desmorona en todos los frentes. Después de 73 días de combates casa por casa, las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) (alianza de rebeldes kurdos y árabes) expulsaron a los últimos milicianos del Estado Islámico que controlaban el centro de Manbij, el principal eje de comunicaciones entre Alepo y Raqa (la capital yihadista siria) y la cercana frontera turca.
“Los miembros del Estado Islámico ya no podrán viajar libremente hacia Europa”, aseguró el líder kurdo Salih Muslim.
El FDS contó con apoyo aéreo de la coalición internacional encabezada por EU y de las fuerzas especiales norteamericanas sobre el terreno, que han tenido un papel determinante para la captura a última hora del viernes del estratégico nudo de carreteras. Manbij contaba con unos 75.000 habitantes en 2009, dos años antes de que comenzara la guerra en el país árabe.
El centenar de yihadistas que resistían desde hace una semana en el distrito de Al Serb, manteniendo como rehenes a sus habitantes, alcanzaron un supuesto acuerdo secreto con el FDS para abandonar su último reducto en una caravana de unos 500 vehículos junto con más de 2.000 civiles usados como escudos.