El espiritismo en la Revolución Mexicana

FAMILIA POLÍTICA

    •    “Nadie, ni siquiera la Muerte, evitará que sigas

 impregnada en la eterna materia que me forma.”
PGH.

José Natividad Rosales, era un reportero de moda en la revista Siempre!, por la segunda mitad de la década de los sesentas. Recuerdo una serie de artículos en relación con la vocación espiritista de Don Francisco I. Madero de quien, se dice, recibió los apuntes de lo que sería su libro La Sucesión Presidencial en 1910, de un espíritu cuyo nombre era José; el reportero, en un alarde de imaginación, interroga: ¿Morelos y Pavón? En este sentido giran las especulaciones. ¿Cómo es posible (dicen algunos historiadores y profanos interesados en el tema) que un enorme Goliath haya sucumbido ante un pequeño David, quien se le enfrentó sin más armas que su palabra y su fuerza espiritual? ¿De dónde sacó Madero la voluntad inquebrantable de lanzarse en contra de la esfinge oaxaqueña quien, en ejercicio de un régimen de horca y cuchillo, llevaba treinta años en el poder?
    Don Francisco, hay que recordarlo, era un rico hacendado coahuilense, al cual, su privilegiada situación económica le permitió estudiar en Francia. Por aquél entonces, en la Ciudad Luz, las aguas andaban muy revueltas, pues los excesos de la religión Católica, Apostólica y Romana, motivaban a ciertos sectores de la sociedad a buscar nuevas alternativas para canalizar sus inquietudes místicas. En esa circunstancia, el Profesor Hippolyte León Denizard Rivail, mejor conocido por su seudónimo Allan Kardec, escribió el Libro de los Espíritus, una especie de evangelio para explicar el orden que se da en otras dimensiones; esto es: la vida después de la vida, el Espiritismo.
    Otro espíritu, “Raúl”, en octubre de 1907, decía al futuro Apóstol: “¡Cuán feliz me siento al ver que en tu planeta hay seres que comparten nuestros sentimientos, que están dispuestos a luchar para que triunfe la causa de la libertad y la justicia…!”. Raúl y José acompañaron a Madero hasta su llegada al poder, siempre le inculcaron el sacrificio y el compromiso por su país. Algunos historiadores coinciden en que el contacto de Madero con esas entidades inmateriales, dio pie a su afán revolucionario. Es probable que él mismo expresara su vocación democrática por medio de su fe en la doctrina espírita. Desafortunadamente sus “amigos” nunca le advirtieron de la traición que lo llevaría a la tumba.
    Antes de julio del 2018, Wenceslao Vargas Márquez, escribía: “Si nuestros datos son correctos, López Obrador, de ganar la Presidencia de la República, se convertiría en el segundo presidente mexicano no católico. El primero fue Plutarco Elías Calles: masón y espiritista”.
En alguna ocasión, el periodista José C. Valadez, en entrevista, preguntó al Jefe Máximo de la Revolución: “-¿Alguna vez fue Usted católico?” R-“No; no he sido católico” –“¿Ni en su niñez?” R-“Ni en mi niñez… Debo decirle que alguna vez toqué las campanas de la iglesia de Hermosillo; pero eso se hace por gusto y por travesura. Además, me robaba centavos de las limosnas para comprar golosinas. Y crea Usted, ésa ha sido mi única conexión con la religión y con la iglesia” –“¿Es masón? Se lleva la mano al cabello; se lo hace para adelante y para atrás, mueve la cabeza como en sentido negativo y habla”: “-Fui masón. Sí; fui masón. Pero siempre he sido un rebelde y me disgustan las ceremonias de la masonería, por eso la abandoné… Era yo muy joven… tendría unos veintidós años”.
Sara Sefchovich, en su libro La Suerte de la Consorte, afirma que Calles no se casó por la iglesia, sólo por lo civil, porque el General era ultra laico, ultra jacobino y anticlerical. Estuvo fuera del país casi todo el sexenio de Cárdenas y volvió cuando empezaba el de Ávila Camacho. El exilio, los años y las enfermedades, transformaron al “come curas” de los veintes, en un ser decididamente convencido del espiritismo. Las molestias por sus enfermedades lo llevaron a consultar al Niño Fidencio, el famoso curandero.
En los años de 1940 a 1952, diversos políticos mexicanos asistían al Instituto Mexicano de Investigaciones Síquicas (IMIS) y ante la presencia de un notario público, levantaban testimonios de cada sesión. El autor italiano Gutierre Tibón, publicó un libro en el cual compiló dichas actas.
La mayoría de los mexicanos de más de cincuenta años, evocamos la figura de Calles como un estadista que creó el Partido Nacional Revolucionario; también como causante de la persecución religiosa y la rebelión cristera, que culminó con el fusilamiento del Padre Pro y el encarcelamiento de la Madre Conchita, antes del asesinato de Álvaro Obregón, en el restaurante La Bombilla, cuando celebraba su segunda elección como Presidente de la República.
La última faceta de su vida (el espiritismo) es poco conocida. Se dice que en una casona de Tlalpan se reunía con un grupo de políticos. Llegaron a coincidir: Miguel Alemán Valdez y su esposa Beatriz Velasco, Ezequiel Padilla, Manuel Ávila Camacho y Jaime Torres Bodet (quien se presentaba bajo el seudónimo de Doctor X). Las memorias de estas sesiones consignan cosas extrañas: telequinesis, levitaciones, materializaciones y otras. Cuéntase que un espíritu conocido como Amajur, se presentó en agosto de 1945; se acercó a Calles y le dijo: “Dios me ha permitido venir a protegerte. Yo siempre estaré contigo…”. Dos meses más tarde, el Jefe Máximo de la Revolución, moría… Aunque las siguientes reuniones continuaron con la descripción de su presencia (como ectoplasma).
Dice el acta del 4 de marzo de 1947, primera en que Calles apareció como espíritu (llevaba año y medio muerto): “Recibimos enseguida la visita del Señor General Calles, quien se presentó al Licenciado Valenzuela y le dio un abrazo muy fuerte que todos oímos, pues las palmadas en su espalda eran estrepitosas. Saludó a todos, luego habló con voz fuerte y clara, igual a la que tuvo en vida…” En otra sesión (20 de mayo de 1947), dice el acta: “Después de un breve intervalo, tuvimos la anunciada presencia, con intensa luminosidad, del General Calles. Mostró su cuerpo y su cara…” “En la tercera se materializó como una gran luz”.
En relación con lo verdadero o falso de la influencia que sobre Madero tuvieron los espíritus, varios autores y biógrafos son escépticos. En realidad, no se sabe si sus vivencias eran realidades o expresaban una proyección subconsciente del poseído. El resultado es el mismo. Se trata del andamiaje de creencias que desarrolló sobre sí mismo y que normó su vida, independientemente de su origen astral o psicológico.
Una explicación similar se puede dar a lo que veían, o creían ver, Plutarco Elías Calles y los espiritistas de su tiempo (entre los años 40 y 50 de nuestro Siglo Veinte, mexicano).
¿Espiritismo o religión? ¿Será necesaria una fuerza sobrenatural para gobernar a esta nación? ¿Se equivoca la Constitución, al prescribir Laicismo a una población heredera de un fanatismo ancestral?
Cosas veredes, Mío Cid.

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