El difícil arte de actuar en política

El difícil arte de actuar en política

RETRATOS HABLADOS

Con todo y lo que se pudiera pensar, el ejercicio de la política es muy similar a la vida cotidiana y en apariencia normal que vivimos la mayor parte de los mortales alejados de esa lucha del poder absoluto, y relegados al plano secundario donde lo más importante es sobrevivir. Hay, sin embargo, grandes parecidos, semejanzas que resultan obvias por desprenderse del anhelo de una inmensa mayoría de ver reflejados sus sueños y más viles aberraciones.

El teatro político es simplemente una reproducción descarnada de la vida real pero donde no cabe mesura ni la más leve intención de aparentar, porque todos damos por hecho que es el teatro de teatros para precisamente poner en juego todas las artimañas aprendidas a lo largo de su carrera.

Algunos prefieren a los villanos, otros a los que aparentan santidad, pero todos, absolutamente todos tienen un mismo objetivo, y están dispuestos a lo que sea con tal de lograrlo: el poder.

Lo anterior es relativo, porque lo que ayer era aplaudido por el respetable público como un atributo de santidad, al año siguiente es condenado porque dejó de representar lo que en un principio. Cada temporada salen artistas o cambian de estilo, porque nadie quiere encasillarse en un determinado papel, ya que lo único que puede permanecer hasta la muerte del actor o actriz, es su capacidad para ser el bueno-bueno durante unos años, y ser el mismísimo Lucifer en los otros. Se aplaude y se premia la capacidad del histrión para engañar al que ve y escucha, no si lo que hace trae el la prosperidad o la desgracia a la ciudadanía.

No hay mejor actor que quien despierta odios y es situado como el villano por antonomasia  con fama en toda la legua. Ha labrado su carrera con oficio y un supremo goce de las no virtudes, dispuesto al cinismo en todo momento, catalogado como único en su especie porque ronda la delgada línea que divide al odio del amor. 

Pero también lo hay los que simplemente causan risa al momento de querer hacer toda una estrategia ultra retorcida. Son los que se declaran enfermos de salmonelosis y se mandan a tomar fotografías con suero intravenoso puesto, pero que a la mañana siguiente ya se les ve en la capital del país, con todo y que una verdadera salmonela tira en la cama al que la padece por lo menos una semana con fiebres insoportables que llegan hasta los 40 grados centígrados.

Resultan tan patéticas sus actuaciones que a una huelga de hambre que anuncian, en lugar de provocar rabia entre sus eventuales seguidores, desemboca en risa, en llanto por la pobre actuación del histrión.

Todo es un constante actuar en la arena de la política.

Unos son mejores, otros peores.

Algunos dejan ver muchas posibilidades para un futuro, pero hay los que de plano no tienen nada qué hacer en estos menesteres.

En tanto, sería importante que por lo menos estuviéramos dispuestos a divertirnos, por aquello de la frase: “divierte que algo queda”.

Lamentable es, sin embargo, cuando de payasos de regular nivel desembocan en querer hacer tragedias rotundas y no dudan en incluir a extras que nada tienen en esa ambición del sujeto, y que en no pocas ocasiones son los que reciben porrazos y otras lindezas.

Cierto, el ejercicio político será siempre una tarea reservada para histriones porque es una vocación que a veces paga bien, y otras no. Incluso algunos debutantes van a parar al exilio cuando bien les va, o a la cárcel cuando todo resultó un soberano fracaso.

Y lo peor, si todo se redujera a una serie de algunos o muchos años que pudiera cancelarse cuando dejara de interesar, ningún problema. No resulta así cuando se traduce en una verdadera devastación económica y social de sus espectadores.

Mil gracias, hasta mañana.

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico

@JavierEPeralta

Related posts