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El desencanto político marca elecciones en Paraguay

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   •    La histórica polarización entre colorados y liberales no genera expectativas de cambios


Sergio pinta de gris una reja. Su casa tiene las paredes de placas de madera, sin ventanas, pero la puerta de hierro que protege la entrada es prolija, obra de un profesional.
“Soy herrero”, dice, “pero hace cuatro meses que no consigo nada de nada”. Vive en la plaza de Armas de Asunción del Paraguay, frente a la sede del Gobierno y el Parlamento. Sergio, su mujer y su hija de 7 años huyeron meses atrás junto a otras 230 familias de la crecida del río que cíclicamente inunda su barrio, Chacarita, uno de los más pobres de la ciudad.
Se han instalado en la plaza, de forma desordenada, en una aglomeración que surgió de la noche a la mañana entre asientos de plaza y una gran fuente. Sergio espera sólo la ayuda de la naturaleza para luchar contra el agua, porque hace tiempo que ya no cree en los políticos. “Soy colorado de toda la vida, pero esta vez votaré a los liberales. Si no cumplen votaré otra vez a colorados, al final son todos iguales”, se queja Sergio.
El voto de este paraguayo de 35 años no es una excepción. Sonia, su vecina, hará lo mismo este domingo. En Paraguay lo llaman “voto cruzado”, una modalidad que ha sembrado dudas sobre el favoritismo que el colorado Mario Abdo tiene en las encuestas sobre el liberal Efraín Alegre, de Alianza Ganar. Votar cruzado significa elegir candidatos de partidos diferentes para presidente, senadores y diputados. Sonia lo tiene claro: Alegre para presidente, el expresidente Fernando Lugo para senador, y un colorado para diputado.
El impacto que puede tener esta dispersión es tal que el oficialista Partido Colorado ha usado los últimos días de campaña para pedir el voto “de punta a punta”, es decir todo al mismo color. Pero la verdadera batalla de la campaña es contra el desencanto.