Home Nuestra Palabra José Luis Ortiz Santillán El derrumbe de la diplomacia mexicana

El derrumbe de la diplomacia mexicana

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La integración de México al Grupo Contadora no fue fortuito en 1980, sino el producto de su política exterior y el prestigio alcanzado

Ha sido lamentable ver el deterioro internacional de la política exterior mexicana y  la falta de talento del Canciller de México, Luis Videgaray; contemplar cómo la política exterior del país se degrada en el último tramo del sexenio. Las bases de la política exterior que lograron construir un “muro de hierro” sobre lo que pasaba en el país durante los últimos 30 años del Siglo XX, a tal grado que en naciones de África y Asia muchas personas suponían que México era un país democrático como Suecia por lo progresista, es decir, la no intervención en los asuntos internos de otro país y el respecto a la autodeterminación de los pueblos, bases de la política exterior mexicana que hoy parecen haberse olvidado.

La integración de México al Grupo Contadora no fue fortuito en 1980, sino el producto de su política exterior y el prestigio alcanzado. Los trabajos formales iniciados en 1983 por los cancilleres de Colombia, México, Panamá y Venezuela para alcanzar la paz en Centroamérica así como el Grupo de Apoyo formado por Argentina, Brasil, Perú, y Uruguay, hicieron posible los acuerdos de paz en Nicaragua (1987) a través del “Acuerdo de Paz de Esquipulas”; posibilitaron los “Acuerdos de Paz de Chapultepec” (Apoyo de México, Colombia, España, Venezuela y ONU), para terminar con la guerra en El Salvador (1992) y los Acuerdos de Paz en Guatemala (1996), todos ellos tuvieron como base es espíritu de Contadora.

Toda esta historia y experiencia, el prestigio de una política exterior brillante que contribuyó a la pacificación y al desarrollo de Centroamérica, junto al resto de países latinoamericanos, ahora se pretende enterrar y enlodar. Hoy los errores de la política exterior mexicana durante el sexenio del presidente Vicente Fox, que condujeron al deterioro de las relaciones históricas con Cuba y al distanciamiento con América Latina, parecen estar siendo superados por los de la actual administración, con su involucramiento inadecuado en el conflicto interno de Venezuela, que lo ridiculizan en lugar de engrandecerle.

El Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, desde su llegada al organismo multilateral ha querido jugar un papel protagónico e injerencista en los asuntos de Venezuela, cuestionando los esfuerzos que el gobierno de ese país ha hecho para dialogar con la oposición en más de una vez, los cuales han sido rechazados por los opositores empecinados en la destitución del presidente Nicolás Maduro a cualquier costo.

El representante del Vaticano y José Luis Zapatero, son testigos del rechazo al diálogo por parte de la oposición; los analistas testigos de la campaña internacional en los medios en contra del gobierno de Venezuela, de los montajes en videos noticiosos y del financiamiento de grupos de agitadores, los cuales juegan el papel que desempeñaron “los Contras” en Nicaragua, entrenados, armados y financiados en su momento por los Estados Unidos a través de las operaciones encubiertas que desataron el escándalo Irán-Contras, con Oliver North a la cabeza, durante el gobierno del presidente Ronald Reagan.

Ahora, lejos de la diplomacia y el respecto a los principios de la política exterior mexicana, el Canciller Luis Videgaray ha sido arrastrado por la corriente intervencionista que impulsa Almagro desde la OEA, quizá en una actitud inocente que supone que si se alinea a las posiciones del Departamento de Estado de los Estados Unidos, y México asume el papel que suponen desearía el presidente Donald Trump, será más fácil mejorar las relaciones con el gobierno estadounidense y mantener el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) intacto, sin considerar el desprecio de Trump hacia México y la importancia para él de materializar sus compromisos de campaña, como lo ha hecho al rechazar los acuerdos de París sobre el cambio climático ayer jueves.

Que Videgaray haya dicho en la Reunión de Cancilleres de la OEA, el miércoles pasado, que se necesitan “identificar los mecanismos para apoyar un acercamiento entre el Gobierno y la oposición venezolana”, es una posición digna de aplausos y alineada al protocolo diplomático; pero emitir un juicio de valor para señalar que él, como representante del gobierno de México cree que Venezuela “hoy en día no es una democracia y estamos viendo actuaciones autoritarias” y señale que la convocatoria a la Constituyente en Venezuela “profundiza el clima de desconfianza”, es una clara intervención.

Una clara intervención en los asuntos internos de un país, que rompe el protocolo e invita a que se cuestione los que el gobierno está haciendo en México, al margen de que el Canciller afirme que “el principio de intervención no puede ser invocado para esconder alteraciones al orden democrático ¿Quién es México y su gobierno para juzgar si se está rompiendo con el orden democrático o no en un país, seremos ejemplo de democracia y respecto de los derechos humanos?

Videgaray ha señalado que “ni la negación de sus problemas ni el aislamiento u autoexclusión de la OEA ayudarán a Venezuela a encontrar soluciones…” y que “México reitera su voluntad para dar atención a esta grave crisis si así lo deciden los venezolanos” ¿Acaso México, puede ser mediador sin el consentimiento del gobierno venezolano, legítimamente elegido por los ciudadanos?, después de esta grosera intervención en los asuntos internos; por supuesto que no, México se empequeñece en América Latina, mientras es despreciado por Estados Unidos.

El ridículo en la reunión de cancilleres de la OEA del miércoles, es que se pretendía condenar al gobierno de Venezuela, el cual ya solicitó su salida de la OEA, pero la representación de los Estados Unidos solo contó con el apoyo de Canadá, Panamá, Perú y México, y se requerían de 23 votos que no pudo obtener, incluso Argentina, Brasil y Costa Rica se negaron a sumarse a ese suicidio diplomático; ni siquiera lo hicieron los otros 9 países que respaldaban un proyecto de condena.

El que el canciller Luis Videgaray asuma la posición de lacayo, como lo hizo el presidente Fox en Mar de Plata, Argentina, en el 2005, en el marco de la Cumbre de las Américas, cuando pretendía convencer a Néstor Kirchner, presidente de Argentina, a Lula, presidente de Brasil y Evo Morales, presidente de Bolivia, de firmar un acuerdo comercial para crear el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), no reditúa en más prestigio y respeto para México por parte del presidente Trump, sólo permite mostrar las debilidades del gobierno para que lo aplaste con su bota, pero no para negociar del tú por tú, en términos de iguales, como lo ha señalado el Ing. Carlos Slim.

La intromisión en los asuntos internos de Venezuela ha provocado una reacción violenta de Venezuela que aparta a México de toda mediación entre el gobierno y la oposición. La canciller de Venezuela, Delcy Rodríguez, después de las declaraciones del miércoles de Videgaray en la OEA ha dicho que “es lamentable que el gobierno de México agreda a pueblos latinoamericanos y viole grave y masivamente los DDHH de su propio pueblo”, donde “el narcotráfico, asesinato de periodistas y violencia social, convierten a México en uno de los países más peligrosos del mundo”; ha señalado que nuestro país es hoy uno de los países más desiguales de la región, comprometiendo seriamente el buen funcionamiento de la democracia.

Pero la Canciller venezolana ha ido más lejos, le ha dicho a Videgaray que “México es un país modelo en el arte de la violación de los derechos humanos, como son los 200 mil asesinados en los dos últimos sexenios, las decenas de miles de desapariciones forzadas, las miles y miles de fosas clandestinas con restos humanos, la desaparición, con apoyo del ejército y de las diversas policías, de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, las decenas de ejecuciones extrajudiciales a manos de militares, documentadas, los asesinatos de periodistas y de miles y miles de desplazados por la violencia institucional, la violencia criminal solapada y auspiciada por el mismísimo Estado”, según la Canciller.

Pero además, la Canciller venezolana le dijo al Dr. Videgaray que, “México no es una democracia, así fuera imperfecta, sino simplemente una perfecta dictadura en la que los procesos electorales son pura simulación. Y en la que las instituciones electorales y otras muchas están penetradas por las diversas modalidades del crimen organizado”, donde “la corrupción es el alma de la institucionalidad mexicana”, donde el propio Luis Videgaray “ha sido tocado por ese cáncer”, apuntó la venezolana.

La Canciller de Venezuela ha invitado este jueves 1 de junio al Dr. Luis Videgaray, a debatir en la próxima Asamblea General de la OEA a realizarse en Cancún, del 19 al 21 de junio, sobre los problemas que aquejan a los pueblos de los dos países y citó los indicadores de desarrollo humanos de la ONU para mostrar dónde está México en América Latina con sus políticas. Lo lamentable es constatar, hasta donde hemos llevado a México los ciudadanos con nuestras decisiones.