El costo de la vida

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El costo de la vida

Por el derecho a existir

Con la no tan recién iniciada “vida de adulta independiente”, me he puesto a reflexionar sobre el costo de la existencia, los altos precios de los insumos básicos me hacen valorar los esfuerzos de mi madre, quien como muchas jefas de familia hicieron (hacen) rendir el dinero para alimentar, vestir y calzar a una familia.

De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda elaborado por INEGI 2020, en 33 de cada 100 hogares las mujeres son reconocidas como jefas de familia. En Hidalgo la proporción es de 31 jefas de familia por cada 100 hogares, lo que implica un tercio de las familias que son sostenidas por mujeres. En un contexto en el cual, de acuerdo con PwC México y la Bolsa Institucional de Valores (BIVA), la brecha salarial por género es del 27%, es decir, en promedio por cada $100 que gana un hombre las mujeres apenas perciben $73.

Además, las cifras no son nada alentadoras en cuestión de inflación y la pérdida del valor adquisitivo del peso y esto traducido a las frases de las jefas de familia es “cada vez alcanza menos”, esa es la realidad por la cual las mujeres viven dobles y triples jornadas de trabajo, en las cuales por lo menos una no es remunerada.

Otro de los temas es el empleo informal y el subempleo, que pone de relieve condiciones de desigualdad y vulnerabilidad a las mujeres, al no contar con garantías laborales mínimas, lo que por ende implica bajos salarios. 

En esta suma de ideas, hacer rendir el dinero tiene sus impactos directos en la nutrición, niveles escolares y el sacrificio de la recreación, cuestiones como ir al cine, comer en un restaurant, son lujos impensables para algunas familias. Con la suma de estas variables se puede derribar una frase muy popularizada que señala que el pobre es pobre porque quiere.

La realidad nos pega en la cara. Sin embargo, los privilegios nos nublan la vista, nos rompe la empatía y funciona porque es parte del sistema capitalista y patriarcal, la competencia es funcional, erosiona los tejidos de comunidad y permite el consumo deliberado de lo que ofrece el mercado con las cómodas dificultades de la deuda a través de pagos chiquitos.

La vida es cara, tiene costos de todos tipos, porque la pobreza es violenta en sí misma y aunque parezca tan repetitivo señalarlo, la pobreza la enfrentan en mayor medida las mujeres.