Historias de Buró
Ahí estaba, en la recta final de su campaña, haciendo promoción para su candidatura como próximo dictador de un pequeño pueblo, rodeado de cientos de jóvenes que al unísono gritaban su nombre y el cargo que tomaría de ser el ganador de la contienda.
Detrás de él, todo su equipo, con las mejillas entumecidas por tanta sonrisa falsa que durante un mes se encargaron de transmitir a las personas, cansados de aquellos largos recorridos a pie por las calles del pueblo que acostumbraban hacer con esas camionetas de súper lujo.
Ubicada en la parte de atrás del escenario, escuchaba atentamente su discurso; no tanto por interés, más bien por obligación; su voz, rasposa y apagada ya exigía un descanso por tantos discursos emitidos a grandes, y en ocasiones a pequeños grupos que lo esperaban, sin embargo, no desistió de alentar a los jóvenes ahí presentes con gritos de victoria y alegría asegurando un futuro mejor para ellos.
Una chica se paró justo a un lado de mí; sonriente y animosa me preguntó si el evento tenía rato de haber comenzado, a lo que afirmé que sí.
-¿Vienes en grupo o sola?
– Sola, respondí al tiempo que miraba al candidato del café emitir su discurso.
– ¡Que buena vista tenemos! Me dijo tomando su celular y sacando una foto, pensando que se refería a la propaganda que había detrás del escenario donde se podían distinguir algunas servilletas con el logo del partido, unos termos y algo que se me figuró unas cafeteras. Le dije que sí y sonreí con ella.
Cuando me enseñó la imagen que había tomado pude ver la espalda del candidato y haciéndole zoom a la foto, me mostró el escaso trasero del candidato que al parecer le había interesado a la chica. Extrañada la vi y opte por alejarme de ella.
Sonreí para mis adentros y me coloqué en otro sitio hasta que terminó el evento, sin embargo no perdí de vista a la chava que permaneció deleitándose con su paisaje; el trasero del candidato del café.
