El Ágora

“Ahora el agua cotiza en Wall Street

No soy economista, ni mucho menos financiero. No me declaro experto en temas que correspondan a esas materias, de hecho, tampoco intento parecerlo. Soy solamente una persona que, como ha sucedido con tantas generaciones de la historia contemporánea, ha visto con sus propios ojos los estragos de más de una crisis económica, ya sea nacional, regional o global. 

Recuerdo la angustia mediática y social que se vivió en 2008, cuando reventó la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos, desencadenando una profunda recesión económica que repercutió en todo el mundo, con un efecto mariposa que, quizás, ha llegado incluso hasta nuestros días. Para muestra, el Continente Europeo, donde países como España y Grecia la pasaron bastante mal, por decir lo menos. 

Mucho se habló entonces de los créditos hipotecarios -mortgage- indebidamente otorgados, de la voracidad de los grandes bancos y financieras de Nueva York, cuyos ejecutivos diseñaron paquetes Prime, Subprime y demás productos de apuesta y contra-apuesta empleados por décadas en dicho mercado. Y, entre todo ello, hubo un término recurrente que parecía clave para comprender la debacle, los famosos “derivados”. La indignación llegó a tal grado, que se reclamó a los altos ejecutivos financieros el haber convertido a Wall Street en algo así como un casino más de Las Vegas. 

En las últimas horas, ha corrido como pólvora la noticia de que el agua ha comenzado a cotizar en el mercado de futuros de Wall Street, con base en el índice Nasdaq Veles California Water (NQH20). 

Con independencia del asombro colectivo que implica la masificación de la noticia y el manejo mediático que se la dé a ésta, algunos expertos opinan que dicho mecanismo financiero puede ser de gran utilidad si se emplea adecuadamente, sobre todo si lo que se busca es eficientar el uso del agua. 

No obstante, por otro lado, puede concebirse como un sinsentido la especulación sobre un recurso natural tan básico para la vida, no sólo la humana, sino del planeta entero. 

De acuerdo con Clemente Álvarez del diario El País, “a diferencia de los mercados spot, donde se pueden realizar transacciones de derechos de agua de forma intermedia, como quien va a un supermercado y compra unas manzanas, en los mercados de derivados (bien de opciones o de futuros) estos intercambios son a largo plazo”.

Así, puede darse el caso de que una persona, que tal vez ahora mismo no necesite asegurarse el suministro de agua, esté interesada en garantizar su disponibilidad para el futuro. Esto, evidentemente, cobra especial relevancia cuando pensamos en las zonas, de todos los continentes, que sufren por la escasez de agua. 

Sin embargo, desde otra visión, el relator especial de la ONU para los derechos humanos al agua potable y al saneamiento, Pedro Arrojo, señala que esos mecanismos financieros están “en flagrante contradicción con las bases con que se administra un bien público, pues más que flexibilizar, se trata de un libre mercado que hace negocio con el agua”. Como ejemplo, el también economista explica que respecto del agua en la desembocadura del Guadalquivir, un río español, hay arroceros que normalmente consumen agua que ya ha transitado por el río, pero le venden los derechos de uso a la gente del campo de Dalías, en Almería. Esto es, esa agua ya no baja por el Guadalquivir, lo que significa que para otros usuarios que también la necesitan o hasta para los servicios ambientales del propio río. 

¡Qué perversa y compleja, entonces, puede llegar a ser la dinámica de la economía global!

*Abogado y profesor del Tecnológico de Monterrey

Twitter: @GerardoVela

Related posts