El Ágora

El mejor filme de terror en Netflix

Justo como lo dice el título de esta columna, sostengo que el mejor filme de terror en Netflix, a partir de su estreno el pasado 9 de septiembre, es el documental llamado “El dilema de las redes sociales”. Y no, evidentemente no se trata de fantasmas, monstruos o espíritus, sino de la manera en que gran parte del planeta está profunda e inconscientemente controlado por las grandes compañías tecnológicas.

Facebook, Twitter, Instagram, TikTok, Pinterest, son plataformas en las que millones de personas “habitamos” todos los días. Pues, nos guste o no, se han convertido en un espacio público digital, en el que además suceden muchas cosas, las advirtamos o no. 

Ya hace algunos años se prendió la alarma sobre el riesgo que representa el mal manejo del Big Data para los derechos humanos y la democracia. Desde la interferencia en las elecciones presidenciales de 2016 en Estados Unidos, que resultaron en el triunfo de Donald Trump, hasta la polémica decisión del Brexit en Reino Unido, pasando por la aparición de empresas con estándares éticos y legales altamente cuestionables, como Cambridge Analytica, el internet, y particularmente las redes sociales, se han convertido en un factor decisivo en la creación y dirección de la opinión pública. 

La preocupación radica en que hoy, viviendo en un mundo en el que aparentemente tenemos más opciones para consumir, informarnos y entretenernos, incluyendo una amplia paleta de redes sociales, pareciera que somos cada vez menos libres para pensar críticamente y tomar decisiones independientes. 

Y no es que la presencia de los medios de comunicación sorprenda, pues no es algo nuevo. La prensa y la televisión han ejercido, por décadas, un rol fundamental en la introducción de toda clase de agendas e intereses, pero nunca antes había existido un grado tan alto de poder e influencia, al alcance de los grupos empresariales y políticos, como el que ofrecen ahora las redes sociales.

Mediante algoritmos y herramientas fríamente diseñadas, las corporaciones tecnológicas guían el contenido al que tenemos acceso, moldean nuestras convicciones y nos hacen tomar posturas políticas y sociales, haciéndonos creer que somos nosotros mismos los que llegamos a ellas. 

Se habla de sesgos, polarización y desencuentro. Se culpa a los políticos, a los gobernantes, a los opinólogos y a los analistas. Todo mundo quiere un pedazo de la discusión. ¿Pero, realmente, nos hemos detenido a reflexionar sobre le papel que juegan las redes sociales y el internet para definir las tendencias y actitudes de la población?, ¿es todo ésto una exageración o verdaderamente estas empresas y sus aplicaciones han permeado hasta lo más profundo de nuestras vidas, individuales y colectivas?, ¿qué confianza puede haber en las decisiones político-electorales, cuando los votantes se encuentran inmersos en ese pozo de manipulación social? 

Habrá que ver qué pasa en los próximos meses, con la elección presidencial en Estados Unidos. ¿Repetirá Trump por un periodo más o será Biden, demócrata, el nuevo presidente del vecino del norte? 

En algún punto del documental, Tristan Harris, ex diseñador ético de Google sugiere que “Si no pagas por un producto, tú eres el producto”, y eso, como dije al inicio, me resulta profundamente aterrador. Quizás habría que pensarlo mejor la próxima vez que decidamos dar un “like”, compartir un video o abrir una cuenta en la red social del momento. 

*Abogado y profesor del Tecnológico de Monterrey

Twitter: @GerardoVela

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