El Ágora

La Escuela Ática: Platón y Aristóteles

  • Platón, discípulo de Sócrates, desarrolló una amplia cosmovisión para responder algunas de las preguntas esenciales de la humanidad

Continuamos con la serie de columnas denominada, “La idea griega del derecho aplicada al México actual”. 

Platón, discípulo de Sócrates, desarrolló una amplia cosmovisión para responder algunas de las preguntas esenciales de la humanidad, teniendo como punto de partida el “mundo de las ideas”. 

Además, para él, la justicia es la perfecta armonía de los elementos del alma individual, por lo que al trasladarlo a la convivencia social, la dikayusina o justicia es, entonces, la perfecta armonía entre los miembros de la pólis. 

De acuerdo con Platón, la forma de gobierno ideal sería aquella que tuviera al frente a un rey-filósofo, sin embargo, esto no implica que él mismo deseara gobernar, ya que el filósofo no era visto en aquellos tiempos como un académico o un erudito alejado de la vida pública o los intereses de la pólis. En realidad, se entendía al filósofo como una persona que había logrado “salir de la caverna”, para retornar al “mundo de las ideas” y, por lo tanto, sería capaz de guiar al resto de los ciudadanos en el camino de la virtud y la verdad. 

Andrew Heywood apunta al respecto: “Las ideas racionalistas tempranas fueron desarrolladas por los filósofos de la antigua Grecia. Platón, por ejemplo, argumentó que la mejor forma posible de gobierno sería un despotismo iluminado, regido por una élite intelectual, los reyes filósofos.” 

Aunque Platón ha tenido un impacto enorme en los ámbitos de la filosofía, el derecho y la política, Aristóteles ha sido, quizás, aún más trascendente, al menos a la luz de la historia del pensamiento occidental. 

La amplitud del pensamiento aristotélico abarca desde las ciencias naturales, hasta la ética y la lógica, pasando por el derecho y la política. 

En lo atinente a la justicia, Aristóteles coincide con Sócrates y Platón en cuanto a una noción de una justicia general, a la cual sumó una concepción de justicia particular que se constituye como una virtud que tiene por objeto, concretamente, lo justo y el derecho. 

Vista de esta forma, la justicia es para Aristóteles el hábito consistente de dar a cada quién su derecho, figura que podemos vincular indudablemente con la noción ulpianea y por demás conocida del derecho romano, cuyas raíces, o parte de ellas, se encuentran en la idea iusfilosófica de este pensador griego. 

Luego, al hombre justo se le designa como dikaiós, pues es quien practica los actos de una bondad reiterada, la atribución del derecho de cada cual, el to dikaion ius, es decir, lo justo. 

De acuerdo con Carnes Lord, “La Justicia de esta índole no se basa en una igualdad aritmética sino en una igualdad de proporciones entre personas y bienes; la distribución justa incluye la asignación de partes iguales a personas iguales y de partes desiguales a personas desiguales. Sin embargo, como lo indica Aristóteles, la justicia distributiva es esencialmente controvertible porque la discriminación entre personas sobre la base del mérito es cuestión política”. 

Así, Aristóteles diseñó una forma de gobierno que habrían de encabezar ni los más ricos ni los más pobres, sino aquellos que por tener lo suficiente para vivir, estarían dispuestos a servir efectivamente a los demás sin preocuparse por conservar o alcanzar la riqueza. La política aristotélica pretende la supremacía de la comunidad, los derechos de cada persona quedan alienados a los de la sociedad, de suerte tal que se le concede una clara primacía es al interés colectivo, frente a los intereses particulares o de grupos. 

Twitter: @GerardoVela

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