El Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica ve la luz

NÚMEROS CLAROS

Pero por ahora, como las reformas económicas aprobadas en 2013, ante una economía mundial deprimida y un comercio internacional en picada, tal cual lo reconoció la semana pasada la Organización Mundial del Comercio (OMC), el TPP no será la solución de los problemas estructurales de la economía nacional, cuya aplicación llevará años.

 

En un juego de geopolítica pura, 12 países han creado este lunes la mayor zona de libre comercio en el mundo que comprende el 40% del Producto Interno Bruto del planeta, el Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (el Trans-Pacific Partnership -TPP-), excluyendo a China y empujándola a avanzar en la creación del Acuerdo de Libre Comercio Asia Pacífico (FTAAP).

            Aunque China y Corea del Sur habían expresado su interés en este acuerdo comercial que se negoció en secreto en su último tramo y en cuyo origen se encuentran Brunei, Chile, Nueva Zelanda y Singapur, que iniciaron las negociaciones en el año 2000, al final los Estados Unidos que se sumaron en el año 2006 y se apoderaron del proyecto, le cerraron la puerta en las narices a esos dos países asiáticos.

            Aún cuando se llegó a hablar del fracaso de las negociaciones del TPP iniciadas en 2008, debido al bloqueo de las mismas por Nueva Zelanda, que exigían vender con mayor facilidad sus productos lácteos y de los Estados Unidos, que pretendía imponer una mayor protección a su industria farmacéutica; así como la preocupación de los países constructores de automóviles por sus fábricas, finalmente el lunes 5 de octubre vio la luz el TPP, al solucionarse en la noche del domingo los temas de los productos lácteos y de las patentes de medicamentos.

            Desde Atlanta, los Estados Unidos anunciaron la celebración de este acuerdo comercial histórico entre los 12 países, luego de cinco días de negociaciones maratónicas. De este modo, aunque se tardarán años en la aplicación de los acuerdos, el TPP deberá permitir la reducción de los aranceles, ya de por si bajos, de cientos de mercancías que circularán entre los Estados Unidos, Canadá y México, que forman desde 1994 el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN); Perú y Chile, países con los cuales México tiene acuerdos comerciales y son socios dentro de la Alianza del Pacífico; Japón (con el que México tiene un Acuerdo de Asociación Estratégica), Australia, Nueva Zelanda, Malasia, Singapur, Brunei y Vietnam. Para ello, el TPP deberá ser ratificado por todos los parlamentos nacionales para crear un mercado de más de 500 millones de consumidores.

            Sin embargo, en este tema no todos los parlamentos de los países firmantes son favorables a la ratificación del TPP. En los Estados Unidos, congresistas del partido republicano como del demócrata, se han opuesto a este acuerdo comercial, mientras que candidatos a la presidencia como Donald Trump o Bernie Sanders están abiertamente opuestos. El TPP está sujeto al procedimiento de la “Autoridad de Promoción Comercial”, lo que implica que el Congreso deberá votar su aprobación, aunque no podrá modificarlo.

            El panorama es distinto en México, donde el partido del presidente Enrique Peña Nieto tiene mayoría y ha sido durante el último gobierno del Partido Acción Nacional (PAN) en que se iniciaron las negociaciones del acuerdo, por lo que no deberá haber problemas para ratificar el TPP, pese a que ello implique una mayor competencia para las exportaciones mexicanas, particularmente en el mercado de los Estados Unidos, a donde envía más del 82%, en promedio, del total de sus exportaciones anuales.

            Pero por ahora, como las reformas económicas aprobadas en 2013, ante una economía mundial deprimida y un comercio internacional en picada, tal cual lo reconoció la semana pasada la Organización Mundial del Comercio (OMC), el TPP no será la solución de los problemas estructurales de la economía nacional, cuya aplicación llevará años. Ni se multiplicarán las exportaciones nacionales, ni la creación de empleos, ni mejorará el mediocre crecimiento de la economía mexicana, que sólo ha podido crecer en 1.8%, en promedio, en lo que va del sexenio. Pero en México, este nuevo acuerdo servirá para hacer nuevos discursos y hablar de nuevos logros, aunque en los hogares mexicanos los ingresos se sigan reduciendo.

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