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Ecos del Insomnio. Vol. I

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Ecos del Insomnio. Vol. I

Letras y Memorias

Con la casa en silencio, me parece un poco absurdo no poder conciliar el sueño. Absurdo también es que de pronto, cuando la mente luce más serena, una serie de banalidades inunden la cabeza y preocupen al corazón, que según muchas culturas y referencias, es donde los sentimientos tienen cabida, aunque la ciencia ya se haya encargado no pocas veces, de desmentir este rumor milenario. 

Lo cierto es que la noche transcurre, las preocupaciones se acumulan y el cansancio de un día largo y caluroso, parece que se ha esfumado con el azul del cielo, porque de pronto en el cuerpo no hay señal de fatiga, ni de sueño ni de prisa por dormir. Sólo está en esa habitación oscura, la no siempre grata compañía del insomnio que nos hace dudar de lo que vivimos en el día, o de lo que habrá de venir más adelante en la vida. 

I

¿Qué me quita energía? ¿Por qué no consigo acurrucarme plácidamente en los brazos de Morfeo? ¿Qué me agobia hoy, justo hoy, que no me ha agobiado antes? No sé, no tengo respuesta a estas preguntas y tampoco a muchas otras, y es que a veces, así resulta la existencia: tenemos más preguntas que respuestas, más problemas que soluciones y más quejas que agradecimientos; tenemos más cruentas realidades, que nobles ficciones.

II

¿Por qué el corazón duele cuando se siente roto? ¿Por qué si está roto no morimos en ese momento? ¿Pueden los hombres reparar lo propio, que alguien más ha roto? Honestamente, sigo sin entender por qué parece que el pecho se hunde en un hueco sin fin cuando la vida duele, cuando incluso los sueños se vuelven pesadillas y la quietud de la bendita noche, nos aterra. Bien podría ser tema para una exhaustiva investigación pero, mucho temo que no habrá de bastarnos la respuesta hallada porque para los humanos es más llamativo y dulce, darle voz a la fantasía que nos engaña que a la verdad liberadora, o qué sé yo… no he dormido bien y seguro estoy hablando sandeces. 

III

No han funcionado esta noche los remedios para luchar contra el insomnio. Se me han acabado las ovejas y cuando quise pedirle un rebaño prestado al vecino, noté que igual se había terminado su conteo. Iba a tomar uno de esos tés relajantes pero, nunca he sido de infusiones y más bien gozo las notas amargas de un buen café; quise incluso tomarme esas gotas que se guardan en la vitrina de la casa y que llevan por nombre “Me vale madre”, pero el mero hecho de pensar en bajar y atravesar la oscuridad, me resultó un tanto espantoso.

IV

He decidido, luego de algunas horas sin poder dormir, abrazarme al insomnio e imaginar que es un motor, un transporte a otros mundos, a alternativas y ciudades nuevas. De principio ha funcionado: ya conocí una versión mía que tiene dientes perfectos y a otra que no es ornitofóbica, conviví con un sujeto idéntico a mí pero que a diferencia mía, siempre logra dormir y recordar lo que soñó en cuanto despierta a un nuevo día, y he conocido también a mi versión femenina. Conocí tanto jugando a viajar a otros universos, que acabé por notar que lo vivido en la Tierra 410, puede mejorar un poquito, y sólo basta con soñarlo, con huir de la tangible realidad. 

¡Hasta el próximo jueves!

Postdata: No recuerdo en qué momento finalmente me quedé dormido, pero si alguien más padece de esto, intenten realizar el ejercicio del párrafo final. ¡Se van a divertir!

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