• Exige dinero para el muro con México a cambio de salvar a los «dreamers»
El miércoles proliferaron las alusiones al «flip-flop» (cambio de postura política) presidencial, interpretado mayoritariamente como aviso a navegantes más que como dilema sin resolver de Trump: «No tengo segundos pensamientos», repitió el jueves a instancias de una periodista. La convicción entre los conservadores es que el presidente empleará todos sus recursos, incluida la amenaza de veto a una hipotética ley aprobada por las cámaras, para hacer valer su exigencia de dinero para el muro.
Puzle, laberinto, rompecabezas, encrucijada… Los periódicos estadounidenses agotaron el miércoles las metáforas para referirse a la complejidad del proceso abierto para que el Congreso salve a los «dreamers» de la deportación, tras la decisión de Donald Trump de poner fin al programa que los protegía. Los 780.000 registrados en el DACA (Acción Diferida para los Llegados en la Infancia) estarán en vilo durante los seis meses de plazo con que el presidente ha traspasado a los congresistas la carga de elaborar una norma definitiva para su integración en el sistema.
Una ardua tarea por la división republicana en inmigración y el debilitamiento interno demócrata, agravada por la presión de Trump en favor de una partida para construir el muro con México. Se aventura un intercambio de cromos.
El cúmulo de urgencias del nuevo curso, incluida la exigencia de un acuerdo político para romper el techo de deuda y compensar a Texas por el huracán Harvey, eleva al máximo la dificultad de que el Congreso termine con 16 años de incapacidad.
Mientras los republicanos se enfrentaban ayer en su discurso sobre los «dreamers», la Casa Blanca sugería una legislación global que endurezca la política migratoria en la que se salve a los nuevos desamparados, pero se apoye también la nueva empalizada para proteger la frontera sur. Su secretaria de prensa, Sarah Huckabee, plasmaba la propuesta presidencial con estas palabras: «No podemos resolver sólo una pieza. Debemos hacer una reforma global sobre inmigración».
Martillando el mismo clavo, Thomas Davis, veterano ex congresista, interpretaba lo que puede suceder y ponía en boca de Trump estas palabras de forma imaginaria: «Okey, os daré vuestro DACA. Pero yo necesito mi muro». Respaldaban el trueque personajes muy cercanos al trumpismo como el tertuliano Rush Limbaugh, muy influyente desde uno de los púlpitos radiofónicos que se proyectan sobre la América más conservadora.
El último mensaje del presidente en Twitter, termómetro ideal para medir su discurso, sugería una rectificación la noche del martes, con relación a la supresión del programa anunciada por su fiscal general, Jeff Sessions. «Si el Congreso no es capaz de aprobar la ley en seis meses, revisaré el asunto», rezaba el tuit de Trump.