El magnate Donald Trump llegó como favorito indiscutible del Partido Republicano al llamado Supermartes. Si logra buenos resultados en las próximas dos semanas, su nominación será casi inevitable. Tras meses de parálisis, sus rivales le atacan y redoblan el escrutinio. Quizá sea tarde. El establishment del partido se divide entre quienes le repudian y quienes se hacen a la idea de que sea el candidato.
El domingo algunos asistentes a un mitin del senador de origen cubano Marco Rubio en Purcellville (Virginia), uno de los estados que vota el Supermartes, indicaban que no votarán al Partido Republicano en noviembre si Trump sale nominado.
Trump ha ganado tres de las cuatro elecciones que se han celebrado desde que el 1 de febrero empezó en Iowa el proceso de nominación. Se trata de una sucesión de primarias y caucus (asambleas electivas) en la que, estado a estado, los votantes eligen a delegados que asistirán a las convenciones demócrata y republicana de julio. En ellas los delegados decidirán el candidato de cada partido a la Casa Blanca.
En el campo demócrata, la exsecretaria de Estado Hillary Clinton disfruta de una ventaja sólida ante el senador por Vermont Bernie Sanders. En el republicano, el dominio de Trump no es menos sólido pero, al contrario que Clinton, afronta fuertes resistencias en el aparato de su partido, que lo ve como un electrón libre que amenaza las esencias republicanas y pone en riesgo la victoria en noviembre. Hasta hace unos años Trump era demócrata, no tiene ideología fiable y pesca en el malestar de las clases trabajadoras blancas con una retórica xenófoba y un estilo zafio y guiñolesco.
Las primarias adquieren dimensión nacional. Los demócratas votan en 11 estados y los republicanos en 12: Alabama, Alaska (sólo los republicanos), Arkansas, Colorado, Georgia, Massachusetts, Minnesota, Oklahoma, Tennessee, Texas, Vermont y Virginia (los republicanos también votan en el territorio de la Samoa americana). No volverán a estar en juego en un mismo día tantos delegados: 595 de 2.340 en el caso republicano, y 865 de 4.136 en el demócrata. El 15 de marzo es el segundo día en que más estados votan. Entre ellos, Florida, feudo del senador Rubio, máxima esperanza del establishment republicano. Una derrota allí descalificaría a Rubio y allanaría el camino para la nominación de Trump.